Los países del área del Mediterráneo urgieron desbloquear el cereal ucraniano, retenido por la invasión rusa, y evitar una catástrofe alimentaria
Los países del área del Mediterráneo pidieron este miércoles desde Roma desbloquear el cereal ucraniano, retenido por la invasión rusa, y evitar una catástrofe alimentaria en los países que dependen de ese comercio, sobre todo en África y Oriente Medio.
Los ministros competentes en materia de alimentación de 24 países mediterráneos participaron en remoto en el I Encuentro Ministerial sobre la Crisis Alimentaria organizado por Italia y la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Al término del evento, a puerta cerrada, su anfitrión, el ministro de Exteriores italiano, Luigi Di Maio, exigió a Rusia la liberación del grano ucraniano que se marchita en los puertos de ese país a causa de la invasión, desencadenada el pasado 24 de febrero.
Las próximas semanas serán cruciales. Lo quiero decir claramente: de Rusia esperamos señales claras y concretas, porque bloquear la exportación del grano supone secuestrar y condenar a muerte a millones de niños, mujeres y hombres”, dijo en una rueda de prensa.
Mientras tanto, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, viajaba a Ankara para reunirse con su homólogo turco, Mevlut Cavusolglu, y tratar esta cuestión y una posible reanudación de las negociaciones entre Moscú y Kiev.
Turquía, mediadora en la contienda, anunció el martes “avances significativos” para desbloquear el grano, mientras que los prorrusos de la región de Zaporiyia, en el sur de Ucrania, aseguran que ya han empezado a enviar cereal a Turquía y Oriente Medio.
Pero Italia, encabezando a los países de la región mediterránea, exige “hechos y no solo palabras”.
Desde Roma, el director general de la FAO, el chino Qu Dongyu, avisaba de que este problema debe ser resuelto inmediatamente “mediante la solidaridad internacional”.
Rusia y Ucrania son auténticos gigantes en la producción de cereal y juntos contribuyen en alrededor de un 30 % del mercado global, lo que se traduce en que más de cincuenta países dependen en al menos un 30 % de sus necesidades de aprovisionamiento, con picos de hasta el 70 % en algunos estados paupérrimos de África y Oriente Medio.
La reducción de la oferta ante una demanda siempre creciente ha hecho que los precios del cereal estén en máximos históricos. Como muestra, el pasado mayo se había encarecido en un 39.7 % respecto a hace un año, según el índice de precios que la FAO publica cada mes.
La pandemia y la crisis desencadenada en todo el mundo hizo que en 2021 las personas en condiciones de grave inseguridad alimentaria ascendieran a 193 millones en 53 países, y este escenario podría “degenerar” rápidamente debido al conflicto ucraniano.
“La situación puede degenerar en una crisis alimentaria mundial si no se interviene inmediatamente, con consecuencias más devastadoras, desestabilizando estados ya frágiles, con nuevas guerras o flujos migratorios cada vez más difíciles de gestionar”, alertó Di Maio.
Precisamente el temor de Italia es que una eventual hambruna en África exacerbe el flujo migratorio en el Mediterráneo central, desde donde en lo que va de año ya han desembarcado 21 mil 82 inmigrantes (6 mil más que hace un año, según cifras oficiales).
El encuentro organizado por Roma tenía por objetivo idear medidas que mitiguen esta situación y los ministros del área plantearon la posibilidad de impulsar mecanismos financieros que agilicen las importaciones en momentos de elevada inflación o formular estrategias nacionales contra el despilfarro de comida.
En la apertura del foro intervino la ministra de Cooperación de Alemania, Svenjia Schulze, por la presidencia de turno del G7, quien achacó “la peor crisis alimentaria en décadas” a la “injustificable e ilegal guerra” del presidente ruso, Vladimir Putin.
Uno de los países más afectados es el Líbano, máxime tras años acogiendo a refugiados sirios y afrontando una pandemia, y, por eso, su ministro de Exteriores, Bou Habib, llamó a “presionar” a las partes para “acabar inmediatamente con la guerra”.
“Se debe permitir la exportación del cereal y del resto de productos alimentarios porque el mundo no puede ser rehén de las crisis militares”, instó.
Porque, avisó, el Líbano “atraviesa la peor y más devastadora crisis económica de su historia” que lo ha puesto “al borde del colapso financiero, económico, social e incluso de seguridad”.
Con información de EFE, por Gonzalo Sánchez