Este año hay elecciones presidenciales en Argentina, y este partido se ha vuelto un tema central de la contienda
Luego del escándalo generado por los incidentes en el partido Boca Juniors-River Plate en la Copa Libertadores, el asunto se ha vuelto central en la campaña electoral en la ciudad de Buenos Aires y en Argentina.
Mauricio Macri, expresidente de Boca Juniors, actual alcalde de Buenos Aires y candidato a la presidencia, aseguró que “el futbol simboliza lo que pasa en este país. Esto no fue espontáneo, fue premeditado. Son gente políticamente involucrada, ligada al Gobierno. Hay que ver si lo que querían era meterse en la política nacional afectándome por mi relación con Boca y mi amistad con Angelici (presidente de Boca), al que yo apoyé porque enfrente había una lista armada por La Cámpora”.
Y es que en Argentina futbol y política son uno mismo. Además de Macri, el jefe de gabinete, Aníbal Fernández, es presidente de Quilmes; Sergio Massa, otro candidato presidencial, presidió Tigres; y el sindicalista más conocido, Hugo Moyano, lidera Independiente.
Gustavo Grabia, periodista especializado en barras bravas, señaló que “hace años que se nos ha ido de las manos, es una crisis endémica, tenemos una media de 15 muertos al año”.
“La barra domina un negocio enorme. Cada partido mueve al menos un millón de pesos argentinos (1.7 millones de pesos mexicanos), con los aparcamientos, la reventa, la comida, el merchandising. Y después tienen negocios fuera, de todo tipo. Son organizaciones delictivas. El problema es que la política y los sindicatos los usan en su lucha política. Y los dirigentes de los clubes también. Por eso nadie logra resolverlo. Están dominados por ellos”, agrega.
Mientras que Alejandro Casar, periodista especialista en la financiación del futbol, comenta que “la política ha intervenido el fútbol. Desde 2009, cuando se instauró Fútbol para todos (para que los partidos de futbol fueran gratuitos en la televisión) se han triplicado los ingresos. Y con ellos el negocio de las barras”.
Por ahora no hay soluciones, y en Argentina todos se echan la culpa unos a los otros.
Con información de El País.