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Diplomático vaticano admite en juicio posesión de pornografía infantil
Vaticano. Foto de Internet

El diplomático vaticano Monseñor Carlo Alberto Capella admitió la acusación en su contra de posesión de pornografía infantil en ingente cantidad, pero sostuvo que fue producto de una “crisis personal”, durante la primera audiencia del juicio que se le sigue.

Poco más de dos horas y media duró la sesión inicial de un proceso que se anticipa breve, tomando en cuenta la admisión de culpabilidad del único imputado, en su declaración ante el tribunal civil del Estado de la Ciudad del Vaticano.

El sacerdote, arrestado formalmente el 7 de abril pasado, prestaba servicio en la nunciatura apostólica de Washington, cuando la diplomacia de Estados Unidos advirtió a la Santa Sede de sus sospechosas actividades en internet.

De inmediato, el religioso fue convocado al Vaticano y se le inició un proceso judicial según la ley firmada por el Papa Francisco en 2013, y la cual tipifica por primera vez en el ordenamiento judicial vaticano el delito de posesión y distribución de pornografía infantil.

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Monsenor Carlos Alberto Capella

Ante el presidente del Tribunal vaticano, Giuseppe Dalla Torre, el religioso “admitió determinados hechos”, reconoció su abogado, Roberto Borgogno, pero de inmediato aclaró que “queremos redimensionar, llevar a su justa dimensión los hechos transmitidos por los medios” de información.

En su interrogatorio, Capella dijo que la posesión de aquel material dependió de una crisis desencadenada por su traslado de Roma a Washington, donde colaboraba con el exnuncio apostólico en México, Christophe Pierre.

Después del diplomático, dos personas prestaron testimonio: Gianluca Gauzzi, el ingeniero informático de la Gendarmería Vaticana que analizó el material digital y el medico psiquiatra Tommaso Parisi, que atiende al imputado.

Explicó que su malestar comenzó cuando le comunicaron, a finales de 2016, su traslado a Estados Unidos donde comenzó -a su decir- “un conflicto interior”, y “un sentimiento de vacío” que se tradujeron en una consulta impropia de internet y “actos compulsivos”.

“Me equivoqué al minimizar la crisis que atravesaba y a pensar que podía manejarla solo: estaba en un contexto nuevo, no tenía amigos ni referentes, busqué hacer frente con remedios espirituales para no hacer pesar mi estado de ánimo en la nunciatura”, dijo.

Así, siguió, mediante la inscripción a una red social comenzó a tener conversaciones vulgares e intercambio de material pornográfico que incluía a adultos con menores de entre 13 y 17 años. En los diversos dispositivos de su propiedad se encontraron entre 40 y 55 de estos.

El médico Parisi atestiguó sobre la situación de inestabilidad afectiva del imputado y de la terapia que le prescribió, que incluyó ansiolíticos.