Un informe oficial señala que el pasado miércoles 15 de noviembre, día de la desaparición del submarino, se habría registrado una explosión
La Armada argentina confirmó este jueves que hubo una explosión en la zona en donde buscan al submarino que se perdió hace ocho días con 44 tripulantes a bordo.
En medio de un clima de zozobra, el vocero de la Armada, Enrique Balbi, explicó que equipos especializados de Estados Unidos detectaron una “anomalía hidroacústica”, es decir, un estallido, aunque todavía no se puede saber si es o no la nave perdida.
Mientras no haya ninguna confirmación sobre la explosión detectada, aseguró, la búsqueda del submarino continuará por todos los medios.
Precisó que, de acuerdo con un informe oficial entregado al ministro de Defensa, Oscar Aguad, y al canciller Jorge Faurie, el pasado miércoles 15 de noviembre a las 10:31 h se registró “un evento anómalo singular, corto, violento y no nuclear consistente con una explosión”.
El último contacto entre el buque perdido y la base naval se había registrado ese mismo día, casi tres horas antes del estallido, pero pasaron ocho días para que se confirmara ese dato.
Como el estallido se registró en una ubicación precisa, este jueves se dirigieron hacia allá seis buques de diferentes nacionalidades para explorar la zona.
Balbi convocó a la prudencia y a evitar especulaciones sobre el estado de los 44 tripulantes del submarino por respeto a los familiares, quienes esperan noticias concentrados en la ciudad de Mar del Plata.
Al darse a conocer la noticia de la explosión, familiares de los tripulantes expresaron su indignación y culparon a la Armada por mantener en funcionamiento un submarino de 1985, que fue reformado para alargar su vida útil.
Los familiares reclamaron el que se haya dado a conocer una información así después de una semana, aunque la Armada insiste en que no tenían la confirmación hasta ahora de los expertos internacionales.
Itatí Leguizamón, esposa de Germán Suárez, un tripulante que iba en el submarino, expresó “Mandaron una mierda a navegar. Tuvieron inconveniente en 2014 y no pudieron emerger. No pudieron terminar la lectura. Son unos desgraciados perversos que nos tuvieron acá una semana. ¿Por qué no lo dijeron antes? Nos mintieron. Los familiares están rompiendo todo ahí adentro. La culpa de todo es de los 20 años de abandono que tiene la Armada. Ya no tengo ninguna esperanza”, dijo a las puertas de la base de Mar del Plata en el que estuvieron reunidos toda la semana los familiares esperando noticias.
“Los jefes se roban la plata, los sacan a navegar con alambre. Macri, hacelos mierda”, gritaba un familiar mientras abandonaba la base, llorando. “Nos mintieron, nos mintieron”, cabeceaba otra mujer. Leguizamón explicó que la tensión en la base era tan grande que los militares no pudieron ni terminar sus explicaciones ante los gritos de los familiares.
El caso amenaza con convertirse en una bomba política que acabará sin duda en juicios al Estado que ya apuntó Leguizamón. En la última semana hubo tensiones entre el Gobierno de Mauricio Macri y la cúpula militar, por lo que es posible que haya decisiones políticas fuertes.
El submarino de la Armada Argentina ARA San Juan, nombre completo de la nave, es buscado en la zona del golfo San Jorge, en la provincia de Chubut, a casi mil 400 kilómetros de esta capital, ya que fue su última posición reportada a primera hora del miércoles pasado.
La nave había comenzado su recorrido en Ushuaia, ubicada en el extremo sur de la Patagonia, y tenía que haber llegado el lunes a Mar del Plata, una ciudad de la costa atlántica, a una distancia de solo 413 kilómetros de Buenos Aires.
Sin embargo, por razones aun desconocidas dejó de comunicarse hace ocho días, lo que marcó el inicio de un operativo inédito de búsqueda en el que están participando equipos nacionales e internacionales provenientes de una docena de países.
El gobierno argentino manifestó en un comunicado su “profundo reconocimiento” a la colaboración de los gobiernos de Alemania, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, España, Estados Unidos, Francia, Noruega, Perú, Reino Unido y Uruguay, a los que luego se sumo Rusia. Estos países enviaron buques, aeronaves, recursos humanos y tecnológicos.
Con información de El País
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