Michelle Bachelet eligió no ir por un segundo mandato como alta comisionada de la ONU, en un momento clave para los derechos humanos
La alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, anunció que renuncia a presentarse a un nuevo mandato tras haber recibido agrias críticas por la forma en que desarrolló recientemente una visita a China y cuando el mundo enfrenta uno de los peores periodos para los derechos humanos en las últimas décadas.
Bachelet eligió la presentación del informe sobre las actividades de su oficina en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para confirmar lo que muchos -en medios diplomáticos y de oenegés- sospechaban que haría, aunque más tarde aseguró a los periodistas que la decisión la tomó hace dos meses.
Indicó que en ese momento informó de ello al secretario general de la ONU, António Guterres, a quien explicó que su decisión se debe a “motivos personales” y a que “ya no soy una mujer joven y después de una larga y enriquecedora carrera, deseo retornar a mi país y a mi familia”.
Aseguró que esto no tiene relación con las críticas que ha recibido sobre su viaje a China, ya que después de tantos años siendo una figura pública está acostumbrada a recibirlas y a tomarlas en cuenta.
El cargo de alto comisionado para los derechos humanos, que Bachelet entregará el próximo 31 de agosto, está cargado de una autoridad moral muy fuerte y recae en una personalidad respetada, en muchas ocasiones vinculada al mundo de la judicatura.
Sus comentarios, valoraciones y críticas a la conducta y políticas de derechos humanos de los gobiernos suelen tener un impacto en estos, aunque no tienen obligación legal de seguir las recomendaciones que reciben para remediar los problemas detectados.
Bachelet fue dos veces presidenta de Chile, primero entre 2006 y 2010 y luego entre 2014 y 2018. Entre ambos mandatos dirigió un nuevo organismo dedicado al empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género, denominado ONU Mujeres.
Una vez terminado su segundo mandato presidencial, Guterres la propuso como alta comisionada para los Derechos Humanos, para lo que recibió el respaldo de la Asamblea General de la ONU.
El anuncio de que no buscara un segundo mandato de cuatro años se produce en medio de las críticas que aún se escuchan por el resultado del viaje que realizó la última semana de mayo a China, después de años pidiendo que el gobierno aceptara invitarla para observar de forma directa la situación de derechos humanos.
Su objetivo principal era verificar las denuncias sobre represión y abusos contra la minoría musulmana uigur, asentada en la provincia noroccidental de Xinjiang, pero sus conclusiones sonaron demasiado suaves.
“El viaje no pudo ir mejor para el Gobierno chino en su esfuerzo por ocultar las detenciones masivas y los abusos en Xinjiang”, criticó el director de la prestigiosa oenegé Human Right Watch, Keneth Roth, quien calificó la visita de “completo desastre”.
En ciertos círculos diplomáticos relacionados con el trabajo de la ONU en Ginebra, los comentarios sobre la visita de Bachelet a China tampoco mostraban satisfacción por lo conseguido.
De acuerdo al análisis de Roth, Bachelet “se ve -por su experiencia como jefa de Estado- como una diplomática en lugar de una relatora en cuestiones de derechos humanos, pero ese no es su cometido, sino el de investigar y reportar abusos”.
“El puesto de alta comisionada requiere saber dialogar, pero también exigir rendición de cuentas de forma imparcial a todos los perpetradores, grande o pequeños. Bachelet ha fallado en hacerlo ante la crisis de derechos humanos en China”, dijo en Ginebra a Efe el director del Servicio Internacional para los Derechos Humanos, Phil Lynch.
De lo que no cabe duda es que el sucesor de Bachelet se encontrará con un despacho repleto de expedientes de violaciones de derechos humanos en todo el mundo, una situación agravada por la expansión del autoritarismo, la guerra en Ucrania, la crisis global de desplazamiento forzoso y la crisis alimentaria que ha empujado a más de 300 millones de personas al borde del hambre.
El puesto de alto comisionado para los derechos humanos es uno de los más desgastantes dentro de la ONU y los segundos mandatos son más bien raros.
La única que optó por ello fue la jueza india Navy Pillay y ni siquiera por un segundo mandato completo, sino por un medio mandato de dos años (entre 2008 y 2014).
El príncipe jordano Zied Ra’ad al Hussein, quien tenía una amplia experiencia de trabajo en la ONU, fue el predecesor de Bachelet. También ocuparon el puesto la jurista canadiense Louise Arbour (2004-2008) y el brasileño Sergio Vieira de Mello, apenas un año porque murió asesinado en un atentado contra la ONU en Bagdad.
Con información de EFE