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ACNUR alerta por aumento de abusos a mujeres y niñas refugiadas
Foto de @Refugees

La Alta Comisionada Adjunta de Protección en ACNUR, Gillian Triggs, advirtió que medidas como el confinamiento o el aislamiento por el coronavirus COVID-19, junto a la crisis económica que ya se percibe, han disparado el riesgo de sufrir abusos entre la población refugiada, solicitante de asilo y desplazada forzosa.

En particular entre las mujeres y las niñas, las más vulnerables, expuestas a un incremento de la violencia machista, la prostitución y los matrimonios forzosos, por lo que Triggs pide a los gobiernos políticas de inclusión y un liderazgo que evite la estigmatización de estos colectivos.

Aquí una entrevista realizada por EFE a la Alta Comisionada:

Pregunta: En términos generales, la pandemia ha golpeado con gran intensidad a las mujeres, que en muchos casos asumen un coste psicológico y emocional mayor. ¿también en el caso de las mujeres refugiadas, solicitantes de asilo y desplazadas forzosas?

Respuesta: Una de las grandes preocupaciones que surgen es su impacto económico y social y está claro que en muchos países el número de mujeres y niñas en riesgo está creciendo debido al confinamiento, a unas instalaciones precarias, y ese riesgo es significativamente alto. No tenemos estadísticas y es difícil trasladarlo a los campos de refugiados o de desplazados internos, pero creemos que debido a sus circunstancias particularmente difíciles es muy probable que la violencia sexual, la violencia doméstica en general o la explotación de los niños, o que el riesgo para los menores, sean mucho mayores. Probablemente tendremos datos más precisos en el futuro, pero de momento podemos decir que el impacto del coronavirus es especialmente dramático en los vulnerables y de forma muy particular en los refugiados, en los solicitantes de asilo y la gente que se ha visto forzada a abandonar sus hogares.

P: Los gobiernos han adoptado medidas muy restrictivas como el confinamiento, la limitación de movimiento o el cierre de servicios sociales. ¿Cree que han tenido en cuenta la situación peculiar de los refugiados?

R: Los gobiernos son conscientes, tengo que decir que en un número significativo, pero quizá haya alguna justificación para decir que en muchas situaciones se han preocupado por sus poblaciones mientras que para aquellos que están en la base de la pirámide, los más vulnerables, los servicios parecen más disminuidos. Por ejemplo, se han cerrado los refugios para las mujeres que huyen de la violencia doméstica. Incluso los servicios sociales para estas mujeres han dejado de estar disponibles a consecuencia directa de la pandemia. No estoy sugiriendo que sea una cuestión de mala fe, no estoy sugiriendo que una política deliberada, pero sí digo que estamos inquietos por las mujeres en estas circunstancias tan severas.

P: ¿Y cuáles son esos riesgos?

R: Los que mantienen el hogar, típicamente el hombre pero también la mujer, están perdiendo sus empleos. Los refugiados, demandantes de asilo y desplazados suelen trabajar en empleos informales y esos son los primeros en desvanecerse cuando hay problemas. Lo que estamos empezando a ver es un impacto muy grave en la calidad de vida y en la integración de esta personas en sus comunidades. Y como consecuencia, comienza a haber estrés en las familias confinadas, sin dinero, con dificultades para pagar la renta, con un incremento de la violencia en muchos casos, riesgo para los niños y mecanismos que pueden desembocar en prostitución, explotación sexual, matrimonios forzosos e incluso en tráfico ilegal.

P: Carecemos de estadísticas, pero parece que la violencia de género es uno de los problemas que más crece

R: Creemos, por lo que vemos a lo largo del mundo, que el número de casos de violencia doméstica, de violencia en el seno familiar, está creciendo. En Francia, en torno al 30 por ciento o en Ecuador, en torno al 70 por ciento, cifras muy elevadas. Si esto está ocurriendo en la población en general, es muy posible que también sea muy alto entre los refugiados y los desplazados internos. Pongamos este asunto en perspectiva: cerca de 41 millones de personas están desplazadas en África, Latinoamérica, Oriente Medio, Siria, y hay entre 20 y 22 millones de refugiados y solicitantes de asilo. Creemos que es posible que muchas mujeres y niñas ya estén sufriendo este tipo de abusos, violencia y explotación (…) y que eso se haya exacerbado con la COVID-19. En otras palabras, tenemos una crisis mundial de refugiados y desplazados forzosos y la emergencia de la pandemia se ha superpuesto a todas las crisis.

P: El brote ha blindado fronteras que antes ya eran poco permeables y ha limitado la libertad de movimiento también para las ONG. ¿Están los refugiados peor asistidos ahora?

R: Sabemos que 160 países han cerrado sus fronteras, casi la mitad de ellos totalmente, sin excepciones para quienes huyen de la violencia, la persecución y la discriminación. Uno de los ejemplos más obvios es la región de Idlib, en Siria, donde cerca de un millón de personas se agolpan (…) cerca de la frontera con Turquía. Es posible que en algunos países haya una falta de acceso a la ayuda humanitaria , a los servicios médicos.

P: ¿Pueden llegar a usar la COVID-19 como una nueva excusa para forzar las políticas contrarias a la migración?

R: Es algo que nos preocupa mucho en ACNUR. (…) que se utilice esta pandemia como una oportunidad para mantener una normativa restrictiva que podría estar justificada en el pico de la crisis, pero que después sería desproporcionada e innecesaria. Y esa es ahora una de las principales preocupaciones, que el marco normativo que protege los derechos humanos y las leyes relativas a los refugiados quede dañado y sufra un retroceso de varios años en algunos países.

P: Dentro los vulnerables, la parte más frágil de la cadena son las mujeres y las niñas. ¿Seguirá siendo así?

R: Tenemos un gran número de personas extremadamente vulnerables en estos momentos: personas con alguna discapacidad, ancianos, niños. Se calcula que cerca de mil 500 millones no están escolarizados en la actualidad y las consecuencias son enormes. Pero temo que como hemos visto en muchos desafíos globales anteriores sean las mujeres y las niñas las que más sufran (…) un fracaso a nivel global a la hora de afrontar la desigualdad y de la incapacidad de protegerlas en la manera que deberíamos hacerlo. Confío en que cuando pase este coronavirus, que pasará, seamos capaces de centrarnos en las raíces de la desigualdad e intentar con más fuerza que nunca abordar estas cuestiones: fragilidad de los sistemas sanitarios, desigualdad y que las mujeres puedan tener un mayor espacio a nivel social y económico, un mayor control del que muchas tienen a lo largo de todo el planeta.

Con información de EFE