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A diez años del atentado de Londres, habla el conductor de autobús

En la mañana del 7 de julio de 2005 en Londres, predominaba un ambiente de carnaval debido a que un día antes, la capital presentó su candidatura para organizar los Juegos Olímpicos de 2012.

“Recuerdo que todos estaban felices. El estado de ánimo era bueno. Yo estaba feliz también porque faltaban tres días para irme de vacaciones con mi familia”, narra George Psaradakis, de 59 años, el conductor del autobús número 30 donde Hasib Hussain detonó una bomba en la parte trasera en un ataque terrorista conocido como 7/7.

Trece personas murieron, entre ellas Hussain, y muchos más resultaron gravemente heridos.

Hoy, diez años después, George habla sobre esos lamentables acontecimientos.

“Ver a esas personas felices ser masacradas, fue como si ese día la bomba explotara dentro de mí también”.

Ese fue el cuarto de una serie de ataques suicidas en Londres que dejó 52 muertos y 700 heridos.

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13 personas murieron

El turno de George ese día empezó alrededor de las 5:30 de la mañana. Conforme avanzó la mañana, él no sabía que tres militantes islamistas habían detonado bombas simultáneamente en el metro.

Él recibió la instrucción de la central de autobuses diciéndole que había un problema en el metro, lo que significaba que habría pasajeros que necesitarían usar los autobuses.

“En ese momento, solo había unos cuantos pasajeros en mi autobús, pero a medida que me acercaba a la calle Baker, pude ver que había cientos de personas esperando los autobuses”.

Con el autobús ahora lleno, llegó a la estación de Euston. “Al llegar a la estación, mi autobús ya estaba lleno”, recuerda. “Di el aviso de que no podía conducir a menos que algunas personas se bajaran, ya que no era seguro, y algunos lo hicieron”.

Debido a que no pudo seguir su ruta normal por los desvíos, sugirió a los pasajeros que si su destino estaba cerca, llegarían más rápido si caminaban.

Esa decisión espontánea salvó la vida de muchas personas. “Mucha gente se bajó, tal vez 50, porque el autobús estaba lleno. Y un terrorista estaba en medio. Pienso en esa fracción de segundo entre los que se quedaron y los que fueron”.

Cuando circulaba por Tavistock Square, sentado hacia la parte trasera del segundo piso del autobús, Hussain – que originalmente planeaba detonar la bomba cerca de la línea norte del metro- hizo estallar el artefacto destruyendo la parte de atrás del vehículo.

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La explosión deshizo la parte trasera del autobús

De acuerdo a testigos, la explosión fue de tal magnitud que vieron la mitad del autobús volar por el aire. Sin embargo, milagrosamente, el frente se mantuvo casi intacto. Ahí, sentado en la cabina, el pensamiento inicial de George era que él se había estrellado.

“Mi primer pensamiento fue que había chocado con algo. Pero entonces pensé que no tenía sentido. El autobús estaba parado con el freno de mano puesto”.

Al bajar de la unidad, George fue testigo de un espectáculo de horror. ‘No sé cómo salí, por qué puerta, pero enfrente de mí, vi una pierna pegada a un edificio. Entonces me di la vuelta y vi lo que había pasado con el autobús”.

“Dondequiera que miraba, había partes de cuerpos. Cabezas. Montones de carne humana como picadillo. Mi cerebro no podía procesarlo”.

Cuando le pareció ver a una mujer aun sentada en el piso inferior, instintivamente corrió para ayudar. “Corrí y me arrodillé junto a ella, entonces me di cuenta de que solo era un torso y media cabeza”.

“Es difícil de explicar cómo me sentía. En ese momento yo no sabía que fue un ataque terrorista. Todo lo que sabía era que, en un momento, estas personas estaban charlando, yendo a sus actividades diarias, y al minuto siguiente están muertos, después de haber muerto de esa forma terrible”.

Pese a todo, también tiene buenos recuerdos de ese día. “A cualquier lado que mirara, la gente ayudaba a otros. Esa fue una de las cosas que me dio consuelo. La naturaleza humana estaba en su máxima expresión, así como en su peor ese día”.

Esto es lo que lo ha consolado en los últimos años. “En las semanas siguientes no podía olvidar lo que vi. Yo estaba emocionalmente muy perturbado. Sentía que todos mis días felices, toda la inocencia, se habían ido. Pero con el tiempo, la oración y mi familia, he aprendido a lidiar con los sentimientos”.

Durante un tiempo, George tuvo un trabajo diferente, pero regresó a la conducción hasta que los problemas de salud le obligaron a cambiar. Actualmente, trabaja como taxista para la compañía de autobuses.

Este fin de semana, en la iglesia, encendió una vela por las víctimas.

“Mis oraciones están siempre con las familias de mis pasajeros”, concluye.

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George Psaradakis, conductor del autobús

Con información de Daily Mail