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El libro de la semana: “Más que plata o plomo”

México y Colombia han sido los países que más han resultado afectados por el negocio del narcotráfico.

A través de estas 344 páginas, el politólogo Gustavo Duncan nos explica cuáles han sido las repercusiones en la sociedad de estos dos países a consecuencia de la infiltración de las redes del narcotráfico en el poder político, e incluso en la forma en la que actúan las instituciones y autoridades legítimas del Estado.

La portada está ilustrada con la fotografía de los dos personajes representativos del narcotráfico en México y Colombia: Joaquín Guzmán Loera y Pablo Escobar Gaviria.

Te regalamos un adelanto del libro “Más que plata o plomo”.

Capitulo 1. Una empresa de producción y poder

A diferencia de las empresas capitalistas legales, la producción de drogas no presenta sus mayores contradicciones en la relación entre capital y trabajo. Los empresarios del narcotráfico, cuando lo requieren, pueden pagar salarios altos porque los precios son muy superiores a los costos. Las grandes contradicciones están en una propiedad particular del narcotráfico como empresa capitalista, en las diferencias entre los costos de producción y los costos de protección. El narcotráfico es en esencia una empresa de reducción de riesgos. Un narcotraficante exitoso es aquel que logra protección suficiente para colocar mercancía en el mercado sin ser capturado, asesinado o expropiado. Sin embargo, la protección es costosa. Una parte significativa de las ganancias se va en pagos a políticos, policías, jueces, mafiosos, señores de la guerra, guerrillas y demás actores que tienen el poder suficiente para poner en riesgo las actividades de los narcotraficantes, pero al mismo tiempo con la capacidad de protegerlas.

La gran contradicción económica en el narcotráfico no es por consiguiente entre el capital y el trabajo, sino entre la protección y el trabajo. La explotación de los trabajadores en el narcotráfico es distinta a la explotación en el capitalismo legal. Se explota a los trabajadores en la medida en que sus ganancias obtenidas no compensan los riesgos asumidos. Mientras en una empresa legal su propietario asume casi la totalidad de los riesgos, en el narcotráfico los riesgos se delegan en los trabajadores propios e independientes que producen, transforman y trafican con la mercancía. Si la empresa falla, ellos deben asumir unas pérdidas que rebasan lo puramente económico e involucran la libertad y la integridad física. El lado económico de esta forma de explotación está en que los pagos obtenidos por los trabajadores no son proporcionales a los riesgos asumidos. Tan importante es el asunto de los riesgos en las empresas narcotraficantes, que quien explota a los trabajadores no es en sí el narcotraficante.

Son los especialistas en la producción de poder —desde una pandilla y un policía hasta una mafia y un gobernador— los que tienen la capacidad de explotar las rentas de quienes asumen los riesgos de las operaciones puramente productivas.

En consecuencia, el valor agregado de la droga se origina no sólo en la producción de la droga como una empresa económica, sino en la producción de poder como una empresa política. Y la forma como se produce poder para proteger el capital de quienes producen drogas y como se distribuye el poder resultante en el proceso es la base de la economía política del narcotráfico. Una teoría sobre el poder político del narcotrá­fico debe partir entonces de cómo las necesidades de protección de una actividad ilegal afectan la estructura de poder en la sociedad. En otras palabras, ¿de qué modo, hasta qué punto y en qué circunstancias las organizaciones criminales, la clase política y las autoridades estatales que regulan los riesgos en el narcotráfico adquieren poder en el proceso para extender su capacidad regulatoria sobre la sociedad? Se trata de descifrar un proceso que se revierte a sí mismo. En un momento dado, quienes disponen de los medios de poder en una sociedad —bien sean legales o ilegales— tienen los medios para regular y proteger la producción de drogas. En el siguiente momento, la expansión del narcotráfico afecta no sólo los medios de poder necesarios para regular las empresas narcotraficantes, sino para ejercer poder en la sociedad. La introducción de nuevos recursos exige que quienes pretendan ejercer algún tipo de dominio social incrementen sus medios de poder para no perder el control sobre estos recursos. Y eso no es todo: el narcotráfico eventualmente transforma las demandas que debe proveer quien aspire a ejercer dominio. La magnitud y las características de la provisión material, la protección y la justicia necesarias para reclamar la obediencia de la población cambian por la introducción del capital de las drogas y por la feroz competencia que desata la regulación violenta de la sociedad.

La distinción entre el grado de especialización en el movimiento de mercancía y el movimiento de capital ofrece muchas respuestas sobre este proceso de producción de poder. La evidencia en su forma más simple señala una clara asociación entre la geografía del Estado y las fases operativas del narcotráfico. Aquellas fases comprometidas con la producción y el movimiento de la droga como una mercancía tienen lugar en espacios distantes al Estado, mientras que los movimientos de capital ocurren en espacios donde las instituciones del Estado están presentes.

Aparentemente la mayor criminalización de la mercancía, por ser ilegal en sí misma, conduce a esta particular geografía en la división del trabajo en el narcotráfico. Lo que no pasaría de ser una circunstancia anecdó­tica si no tuviera profundos efectos en las trayectorias de producción de poder. En la periferia del Estado es donde surgen nuevas demandas sociales desde el narcotráfico para reclamar la obediencia de la población, y es donde las organizaciones criminales disponen de los medios de poder para imponer sus instituciones al suplir estas demandas.

La primera parte del libro propone una teoría sobre el poder político del narcotráfico basada en la distinción entre mercancía y capital como un referente del tipo de instituciones de regulación social que surgen de la difusión del negocio de las drogas. El argumento básico es que las transformaciones del orden social, y por consiguiente de las instituciones de regulación, ocurren en espacios periféricos de la sociedad en los que organizaciones criminales se especializan en la producción y el tráfico de drogas como una mercancía. Allí, por la debilidad relativa de las instituciones estatales, las organizaciones criminales están en capacidad de extender su espectro de regulación del narcotráfico al grueso de las actividades legales. En los casos más extremos de aislamiento y de marginalidad del Estado, el resultado es la aparición de monopolios de coerción por señores de la guerra, mafias o pandillas. Pero por lo general el resultado en países como México y Colombia, donde el Estado en términos generales es lo suficientemente fuerte como para no ver amenazada su primacía en el nivel nacional, es la aparición de oligopolios de coerción. Estado y organizaciones criminales comparten y se disputan de manera simultánea la imposición de las instituciones de regulación de la sociedad. La producción de poder desde el narcotráfico en la periferia contrasta con el centro, donde ocurre la mayor parte de las transacciones de capital. Allí la concentración de los medios de poder del Estado relega la capacidad de regulación de las organizaciones criminales a asuntos puramente ilegales. El monopolio de la coerción continúa en sus aspectos fundamentales en manos del Estado.

De la teoría se deduce que la guerra de las drogas en Estados como el mexicano y el colombiano tiene un sentido más complejo que el simple esfuerzo policiaco por evitar que una mercancía ilícita llegue a unos consumidores finales. Son luchas que encarnan asuntos tan sustantivos como la preservación del orden social transformado por las drogas en la periferia y la competencia entre criminales, políticos y demás élites por imponerse en las jerarquías de estas sociedades. Los que por su naturaleza son asuntos políticos, en que lo que está en juego son ni más ni menos que los proyectos políticos de sociedades enteras, así como los pulsos de fuerza entre el poder del centro y las sociedades de la periferia por imponer sus respectivos proyectos.

A continuación se expone la evidencia sobre la relación de la geografía del Estado con los cambios de la variable mercancía y la variable capital en las tres fases operativas del narcotráfico; luego se procede a plantear los principios básicos de la teoría y finalmente se interpreta el sentido de la guerra contra las drogas a la luz de la teoría propuesta.

El libro de la semana: "Más que plata o plomo" - Plata-o-plomo

Ficha técnica

Título: Más que plata o plomo

Autor: Gustavo Duncan