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¡Vivir es increíble! Lección de Juan José Padilla
Foto de El País

El domingo se celebró la séptima corrida de la Temporada Grande en la Ciudad de México con el homenaje de despedida a Juan José Padilla, quien cortó una oreja y recibió el cariño de los asistentes. Este lunes, el cronista de toros Luis Ramón Carazo le dedica la siguiente columna que se publicó originalmente en El Semanario.

Titulo la columna con esa cabeza porque me parece que el estar en este mundo, a pesar de los muchos sinsabores, tomando la lección que deja para el futuro Juan José Padilla, es saber que estamos vivos y haciendo lo que nos gusta, deberíamos saborearlo y reflexionar que respirar es un milagro, por ello, a la pregunta de varios aficionados de lo que me pareció la Corrida Guadalupana en La México, mi respuesta concisa es que los elementos clave de la Fiesta sabrán que mucho tiene que mejorar un festejo que tiene pinta de convertirse en una fecha icónica, como lo es el 5 de febrero.

Las protestas airadas en varios pasajes de ésta provocan actitud de cambio y es claro que Roca Rey alcanzó gran triunfo, mientras que Joselito Adame demostró pundonor (en esto último, muchos no coinciden) por aparecer convaleciente en el ruedo, también es cierto que la materia prima (Xajay, Barralva, uno de Los Encinos y el de Santa Bárbara, sin lugar a duda cumplieron) tenía que ser intachable.

Me parece que es posible comentar sin denostar, y lo digo con la categoría con la que he crecido desde niño, con los valores de casa, en un mundo en que casi todos creen tener la razón prefiero esbozar la duda razonable de que a quienes les corresponde, sabrán encauzar los reclamos y tornarlos en sensaciones positivas, eso esperamos.

Dicho lo anterior, me concentro a continuación en la despedida de Juan José Padilla (aparentemente, definitiva de los ruedos) como lo hicieron antaño sus paisanos en La México; el primero, Paco Camino, en 1978, con toros de San Miguel de Mimiahuápam y, el más reciente, en 2004, el albaceteño Manuel Caballero, con los máximos trofeos de Gota de Miel, de Reyes Huerta, para su espuerta, el 21 de noviembre y la más emotiva de los toreros españoles, me parece que fue la del 5 de febrero de 1995, de Pedro Gutiérrez Moya“El Capea”, cuando, con un lleno impresionante y los pañuelos ondeando al unísono, recibió los máximos trofeos de Piropo, de Pepe Garfias.

El jerezano, paisano, entre otros, de Rafael de Paula y de Ginés Marín, decidió que, debido a que en La México su apoderado Matilla y su hombre de confianza, Diego Robles, le firmaron la primera corrida en 2001 y fueron sus alfiles en una carrera ejemplar, demostrando superar adversidades con la alegría de vivir y hacer lo que le gusta a pesar de los avatares, trocó el  nivel medio y corridas duras en sus actuaciones, después de la cornada en Zaragoza en 2011, fue líder del escalafón europeo en varias ocasiones y en corridas reservadas para las figuras; a su manera, también es una figura el jerezano.

En La México, el 16 de noviembre de 2014, indultó al toro Sonajero de la ganadería de Villa Carmela, como sólo lo habían logrado sus paisanos; el primero, “El Capea” con Samurai de Begoña, el 4 de mayo de 1986, misma fecha en la que Miguel Espinosa “Armillita” (quien fue homenajeado con la develación de su busto elaborado por el artista mexicano Ariel de la Peña, antes de iniciar la corrida, el 16 de diciembre) tejió a Tenor una faena de rabo y luego, en 2005, “El Juli” con Trojano de Montecristo y posteriormente “El Fandi” con Bomboncito de José María Arturo Huerta, semanas después de la faena de Padilla; las mencionadas son hasta ahora las faenas de indulto en La México de toreros españoles

Padilla cual ave fénix, y en contra de la lógica, emergió de sus propias cenizas, luchó con agallas contra la adversidad después de la brutal cornada en Zaragoza en 2011 y soportó con paciencia franciscana las penurias de una dolorosa rehabilitación. Reapareció en marzo del año siguiente en Olivenza en 2012, para el 16 de diciembre de 2018 cerrar su carrera en La México con el cariño del público que después de las Golondrinas, le gritó: ¡Torero, torero! Y le cantó el Cielito Lindo.

Deja una lección de fortaleza, de cómo encarar la existencia y como sacarle alegría a la vida, en su despedida con el toro Guitarrista, de Boquilla del Carmen; brindó desde el micrófono de la transmisión de televisión por su esposa Lidia, a la que conoció convaleciendo de una grave cornada en 1989, cuando era novillero, en la femoral y safena, teniendo que dedicarse dos años a repartir pan al estar en dique seco. En su actuación de despedida fue el torero arrebatado y emotivo de siempre, deja una lección, ¡Illa, Illa, Illa, Padilla Maravilla!

Por su parte, enderezó su futuro Arturo Saldívar, con los dos mejores astados de Boquilla del Carmen, ganadería zacatecana que hizo su presentación en La México, Arpista y Jaranero, bien pudo salir a hombros y sólo el rigor que aplicó el juez Jorge Ramos, en su primero, le impidió obtener dos trofeos después de la magnífica ejecución de la suerte suprema y una faena muy bien estructurada, después, en su segundo, falló, por lo que perdió trofeos merecidos por una actuación, en conjunto, vibrante e inteligente.

Padilla se fue y Arturo pasó con fuerza lista de presente en La México que la próxima semana cobijará la despedida de “El Conde” con “El Zapata” y José Luis Angelino, compañeros de cartel, los toros anunciados son los queretanos de Barralva.

Por  Luis Ramón Carazo