
Seguimos nuestro recorrido por Japón y hoy tocó viajar a Tokio, la ciudad más poblada del mundo
Nunca dejará de sorprenderme lo respetuoso y cortés que es el japonés. Hay momentos en que esa cortesía hasta da pena porque lo tratan a uno como si fuera el rey del mundo.

Terminó la aventura en Osaka. Anoche en el estadio no se sintió el ambiente de un Mundial de Clubes. Parecía un partido molero, un amistoso de pretemporada. Es normal. El primer partido siempre es así porque suele jugarse contra rivales cuyo nombre nunca hemos escuchado. Ahora sí viene lo bueno. Seguramente el Nissan Stadium de Yokohama estará lleno el próximo jueves para el histórico América vs Real Madrid. Y pensar que las Águilas buscaban un rival de élite para celebrar su centenario. Pues ya lo tienen y además, fue gratis.



Esta mañana el trayecto de Osaka a Tokio fue una maravilla. Lo hicimos en el shinkansen, el famoso tren bala. Cubre una distancia de 514 kilómetros en 2 horas y 25 minutos. Mucho más rápido que el avión porque los aeropuertos están lejos y hay que estar en ellos al menos una hora antes. En cambio, la estación del tren está en plena ciudad y puedes llegar cinco minutos antes.


Desde los andenes había aficionados del América. Los mismos que hemos visto en los últimos días y cargan hasta con el tambor, literalmente.


La Tokaido Line del shinkansen pasa muy cerca del Monte Fuji. Las vistas valen la pena aunque es del otro lado del Monte en donde se pueden apreciar los lugares que parecen sacados de una película.

Ahora vamos a la Embajada de México en Japón para entrevistar a Carlos Almada, el embajador, el máximo representante de los mexicanos en este país. Posteriormente, regresaremos a Yokohama, que está a 30 kilómetros. Presenciaremos el entrenamiento del Real Madrid y acudiremos a la conferencia de prensa. Bueno, esa es la idea porque la cita diplomática es a las 4 de la tarde y el entrenamiento a las 5. Ojalá nos dejen entrar una vez que haya iniciado la práctica y si no les aplicamos la típica de: “¡Ya abran la puerta! ¡Somos chilangos!” Casi siempre funciona.
Por Fernando Del Río