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Análisis de heces fosilizadas da pistas sobre el ascenso de los dinosaurios
Dinosaurios. Foto de Marcin Ambrozik/Universidad de Uppsala

Los coprolitos son heces fosilizadas que suponen una valiosa fuente de datos del pasado y han servido para intentar reconstruir el ascenso de los dinosaurios, desde un paisaje dominado por reptiles no dinosaurios a otro en el que estuvieron en auge, al principio del Jurásico.

Los dinosaurios, según el registro fósil, evolucionaron a mediados del periodo Triásico (hace entre 247 y 237 millones de años), pero su dominio en los ecosistemas terrestres no se observó hasta unos 30 millones de años después, a principios del Jurásico.

Un estudio que publica Nature, recrea la estructura de los ecosistemas en la época en que los dinosaurios iniciaron su historia de éxito, basándose en el análisis de muestras fosilizadas de heces, en las que se han identificado alimentos no digeridos, plantas y restos de presas.

Estos análisis de cientos de muestras aportan pistas sobre el papel que desempeñaban los dinosaurios en el ecosistema hace unos 200 millones de años.

El equipo encabezado por la Universidad de Uppsala estudió con diversas técnicas 500 restos fosilizados de material digestivo (como heces o vómitos), procedentes del sudeste de Polonia, que abarcan desde el Triásico tardío hasta el Jurásico temprano.

Los análisis de esos restos se compararon con el registro fósil existente, junto a datos climáticos y vegetales, para estimar los cambios de tamaño y abundancia de los vertebrados durante este periodo.

“Nuestra investigación es innovadora porque hemos optado por comprender la biología de los primeros dinosaurios basándonos en sus preferencias alimentarias. Hubo muchos descubrimientos sorprendentes por el camino”, indicó Grzegorz Niedźwiedzki, de la Universidad de Uppsala y firmante del estudio.

Los coprolitos contenían restos de peces, insectos, animales más grandes y plantas, algunos inusualmente bien conservados, incluidos pequeños escarabajos.

Otros contenían huesos masticados por depredadores que, como las hienas actuales, trituraban los huesos para obtener sales y médula.

El contenido de los coprolitos de los primeros grandes dinosaurios herbívoros, los saurópodos de cuello largo, sorprendió a los investigadores, pues había grandes cantidades de helechos arborescentes, pero también otros tipos de plantas y carbón vegetal.

La hipótesis de los paleontólogos es que el carbón vegetal se ingería para desintoxicar el contenido del estómago, ya que los helechos pueden ser tóxicos para los herbívoros.

El estudio da como resultado un modelo de evolución de los dinosaurios en cinco etapas que se aplica a la zona geográfica de la muestras pero que, según los investigadores, puede explicar patrones globales.

Los datos apuntan que los tetrápodos no dinosaurios fueron desplazados por los antepasados omnívoros de los primeros dinosaurios, que evolucionaron hasta convertirse en los primeros dinosaurios carnívoros y herbívoros hacia finales del Triásico.

Posteriormente, los cambios ambientales relacionados con el aumento de la actividad volcánica pueden haber dado lugar a una gama más diversa de plantas de las que alimentarse, seguida de la aparición de especies herbívoras más grandes y diversas,

Esto llevó a la evolución de dinosaurios carnívoros de mayor tamaño a principios del Jurásico y completó la transición hacia su dominio en el ecosistema.

Los resultados muestran que la diversidad dietética y la adaptabilidad fueron rasgos cruciales para la supervivencia durante los cambios ambientales del Triásico Superior.

Pero el cambio climático y las extinciones masivas “no son solo cosa del pasado. Al estudiar los ecosistemas del pasado, comprendemos mejor cómo la vida se adapta y prospera en condiciones ambientales cambiantes», dijo Martin Qvarnström, de la Universidad de Uppsala y también firmante de la investigación.

Con información de EFE