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Cuando a los expertos pronosticadores del comportamiento económico les preguntan cuánto va a crecer la economía mexicana durante el 2019, los promedios andan en torno a 2.3 por ciento. Sin embargo, la respuesta más sensata a estas alturas es: depende.

Y es que son tantos los factores subjetivos que pueden influir en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para el próximo año que realmente es muy difícil tener alguna certeza.

La misma encuesta del Banco de México entre expertos en economía, que proyecta una media de crecimiento esperado para el 2019 de 2.34 por ciento, recibe respuestas que van de 1.60 a 3 por ciento. Y tan expertos son los pesimistas como los más optimistas. Sólo que para sus cálculos consideran variables que poco tienen que ver con las matemáticas.

A la suerte económica de México durante el próximo año hay que añadirle, además del comportamiento industrial, del consumo o el crédito, el desenlace que pueda tener la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el resultado electoral y las políticas que decida la siguiente administración de este país.

¿Cómo aplicar cálculos econométricos a los estados de ánimo de Donald Trump y la posibilidad de que un día quiera aceptar una negociación sensata con México y Canadá o bien amanezca con el deseo de terminar con el TLCAN y lo comunique a través de su cuenta de Twitter?

Y en la parte electoral, se pueden incorporar a las estimaciones económicas las tendencias electorales que marcan las encuestas, pero nadie sabe hasta donde hay un lobo autoritario escondido debajo de esa piel de oveja del amor y paz de la campaña.

El punto es que hay algunos grupos financieros importantes que tienen cálculos alternativos del comportamiento del PIB para el próximo año, pero no se atreven a darlos a conocer como tal.

No puede un banco enorme salir en estos momentos a plantear dos escenarios, uno de crecimiento más acelerado si pierde López Obrador y uno más moderado y hasta con trayectoria recesiva si gana la alternativa populista.

Insisto, esos escenarios están construidos y son de consumo interno para muchos grupos financieros. Serán la base para la toma de decisiones internas al momento de que haya un resultado electoral y posteriormente cuando se dibuje el bosquejo de las políticas públicas que vienen. Pero no habrá manera de que se hagan públicos.

Algunos banqueros consideraron salir a la opinión pública a plantear el escenario que proyectaban sus expertos pronosticadores para advertir las consecuencias de un determinado resultado electoral.

Pero desistieron de hacerlo por aquello de los 20 puntos de ventaja, porque no marcaría realmente una diferencia entre los pocos que tuvieran acceso a la información. Y sobre todo, por miedo a las represalias.

Entonces, el pronóstico del comportamiento del PIB del próximo año es algo totalmente incierto, porque no tenemos realmente idea de cuál será la suerte de la relación comercial con Estados Unidos y porque no tenemos más que algunas pistas de lo que puede implicar que este país de paso a políticas públicas que comprometan la salud financiera lograda. No lo sabemos.