
En redes sociales relataron como dos personas tratan de engañar a transeúntes para secuestralos
En Facebook una mujer advirtió de un nuevo modo de realizar secuestros en la Ciudad de México. Esta persona comentó que un sujeto se acercó solicitando su ayuda. Este le aseguraba no conocer la capital del país y no saber leer, por lo que necesitaba ubicar las oficinas de la Lotería Nacional. Una segunda persona llegó con la intención de presionar a la víctima para que se ofreciera a ayudar.
La mujer pudo escapar de estas dos personas. Al relatar la escena a un policía, este le advirtió que se trata de una nueva modalidad de secuestro. Aquí está la descripción de los hechos para que los tenga muy en cuenta:
“Amigos, les pongo en alerta, en especial mujeres. Todo esto que les cuento me pasó en menos de 5 minutos para que tengan cuidado. Hace una hora saliendo del metro Etiopía, donde está Banamex, se me acercó un señor, moreno bajito, con acento de provincia (decía que venía de las Pueblas y buscaba los Tlalpanes…) Traía camisa y pantalón de vestir pero de aspecto humilde. Me dijo que si por favor le podía decir hacia dónde quedaba el caballito de Reforma y si a la vez le podía ayudar a leer una nota que traía junto con un boleto de lotería, pues quería saber si tenía premio. Le dije que en cualquier lugar de periódicos le podían ayudar. Había uno de hecho, cruzando hacia Woolworth. Me dijo que no sabía leer, que ya lo habían llevado a un puesto y le dijeron que sí tenía premio, pero que regresara en dos horas… Total que le leí la notita, literal era un cartoncito como de 3x3cm y era la dirección de la Lotería Nacional. Le dije que estaba muy alejado. En eso se acerca un tipo alto, moreno de piel muy cacariza para ver qué se ofrecía. El señor le explicó y le dijo que a dos cuadras (señalando hacia Woolworth) había un localito de lotería con la “Sra. Carmen” que ahí le podían ayudar. Incluso que nos acompañaba. Yo le dije que yo no necesitaba ayuda, que más bien lo llevará a él. El señor dijo que necesitaba que YO lo llevara porque confiaba más en una mujer que en un hombre. Le dije que me disculpara pero que no podía y hasta el tipo alto, cambiando a un tono menos amable y más agresivo, me dijo “ah, ¿qué no vas a ayudar al señor? Ven, vengan, es aquí cerquita”. Ya era demasiada mi desconfianza, rayando en el miedo (pese a la multitud y plena luz de la tarde) que ya con los dos muy insistentes, volteé a ver si no venía alguien más y me eché a correr. ¡A correr! Afortunadamente nadie me siguió ni me pasó nada más que el susto. Me sentí (y me siento) cada vez más insegura en mis rumbos, en mi ciudad. Asustada por el simple hecho de estar más expuesta por ser mujer. Tomé aire le llamé a mi esposo para calmarme un poquito y ponerlo al tanto por cualquier cosa. Pasó y vi que, curiosamente, había un operativo de alcoholímetros sobre Cuauhtémoc. Pensé “arma de dos filos” porque uno ya no sabe, pero confié y me acerqué a contarle a un policía, no sabía si él/ellos podían hacer algo, pero lo intenté. Y sí, muy amablemente llamaron a una patrulla para rondar. Me dijeron que es una modalidad de hacer “levantones”, pero le llamaba la atención por la hora y el rumbo. En fin, la verdad, ya no me quedé por miedo y porque quería llegar a mi casa con mi familia sana y salva…”
Redacción