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El covid limpió los cielos y liberó la vida salvaje, pero 5 años después todo sigue igual
Calle de Madrid. Foto de EFE/ Mariscal

Las restricciones por la pandemia redujeron las emisiones contaminantes y dejaron que la vida salvaje recuperara terreno conquistado por los humanos, pero las lecciones aprendidas de aquel efímero respiro medioambiental se han dejado atrás y cinco años después todo sigue como antes del COVID-19.

La gente se confinó en casa, el teletrabajo ahorró millones de desplazamientos terrestres y sus consecuentes emisiones, y el tráfico aéreo se desplomó.

El impacto en los cielos quedó patente: las imágenes captadas por la Agencia Espacial Europea en las primeras semanas mostraron una caída de entre 40 y 50 por ciento de las concentraciones de dióxido de nitrógeno (NO2) en las principales ciudades del continente, tendencia similar a la que apreció la NASA en regiones como China o Estados Unidos.

Un informe posterior de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirmó que las emisiones de CO2 de origen fósil se redujeron 5.6 por ciento a nivel global en 2020.

Con la actividad humana en cuarentena, los animales salvajes salieron de su propio confinamiento.

Los delfines volvieron a nadar en los canales de Venecia, los ciervos y los jabalíes regresaron a las ciudades y hasta un oso pardo se paseó por las calles de una aldea de Asturias, al norte de España.

Un estudio publicado en 2023 en Science, con aportaciones de 175 científicos de todo el mundo, a partir de datos de mamíferos terrestres monitorizados por GPS, reveló que en los primeros meses de la pandemia estos animales recorrieron distancias hasta un 73 por ciento más largas y se acercaban un 36 por ciento más a las carreteras.

“La respuesta fue muy rápida, vemos que los animales tienen la capacidad de adaptarse rápido a estos cambios”, explica a EFE Nuria Selva, investigadora del Instituto de Conservación de la Naturaleza de la Academia de Ciencias Polaca y una de las científicas que participó en el estudio.

Los cambios fueron más evidentes en las zonas de gran presión humana, cuenta Selva, que señala que su equipo también registró “diferencias significativas” de los niveles de estrés durante el confinamiento en muestras de heces de rebecos.

La pandemia no solo favoreció la vida salvaje. Las ventajas de estar confinado con una mascota, desde salir a pasear con el perro hasta los beneficios emocionales, dispararon la cifra de animales de compañía.

Todo hizo pensar que el ser humano había encontrado el camino para tener una mejor relación con el medioambiente, pero nada más lejos de la realidad.

En cuanto a protección de la biodiversidad estamos incluso “peor” que antes, alerta Selva, porque aunque valoramos más las zonas verdes y parques en las ciudades, que fueron un “escape” en la pandemia, los espacios naturales se han turistificado.

“Hay que empezar a pensar que hay que limitar el acceso en zonas naturales que tienen importancia para la conservación”, defiende la investigadora.

El respiro histórico de las emisiones también duró poco y no retrasó el avance del cambio climático, como alertó la OMM en el informe ‘Unidos por la ciencia 2021’.

“Las emisiones de dióxido de carbono están aumentando de nuevo rápidamente luego de una disminución pasajera debida a la desaceleración de la economía y no se acercan en absoluto a las metas de reducción. Las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera se mantienen en niveles sin precedentes y condenan al planeta a un peligroso calentamiento futuro”, avisaba el documento.

El año pasado se volvió a batir un récord a nivel mundial.

Aun así, hay ecologistas que consideran que sí se sacaron algunas lecciones positivas de la pandemia: “Se consiguieron en ese año unas reducciones de emisiones muy importantes que se pueden repetir en el futuro”, señala a EFE el responsable de la campaña contra el Cambio Climático de Greenpeace España, Pedro Zorrilla.

Zorrilla insiste en que el COVID-19 probó que “un plan de choque de políticas públicas es efectivo” y que los cambios son posibles, pero “falta ambición política e inteligencia para aplicarlas”.

Con información de EFE