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El actor, director y productor Rob Reiner fue encontrado muerto este domingo en su casa de Los Ángeles junto a su esposa, Michele Singer
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En la página 100 de su libro Gracias, el presidente López Obrador escribe (cito largamente, espero que no me acuse de lucrar con sus derechos de autor):

“El 7 de octubre de 2004, el esposo de la señora (María Amparo) Casar se suicidó tirándose desde un edificio de Pemex. Como es de rigor, el perito en materia criminalística dio fe de los hechos exponiendo en el acta que el ‘occiso realizó maniobra suicida para privarse de la vida’. Por este lamentable caso, la señora Casar, acompañada por Héctor Aguilar Camín, se entrevistó con el procurador Bernardo Bátiz para pedirle que cambiara el acta, modificando lo de suicidado por accidente, pues de esa manera podría cobrar el seguro y recibir de Pemex una pensión vitalicia… Bernardo me contó sobre esta petición y coincidimos en que eso era incorrecto. Sin embargo, el influyentismo se impuso (y) tanto el banco como Pemex pagaron absolutamente todo: seguro de vida… y pensión vitalicia”.

Yo no recuerdo haber tenido ninguna entrevista con María Amparo Casar y Bernardo Bátiz. María Amparo Casar tampoco. Supimos ayer, por la radio, que el propio Bernardo Bátiz no la recuerda tampoco, aunque añade a su confesión de desmemoria un toque de cortesanía difícil de exagerar.

Bátiz le dijo a Carmen Aristegui:

“No recuerdo esa reunión, pero no niego que pueda haber existido. Confío plenamente en la buena memoria del Presidente. Pudo haber sucedido”.

Al mismo tiempo declaró sobre María Amparo Casar. “No recuerdo haberla tratado”.

Respecto del influyentismo, dijo: “Fue el influyentismo de Pemex”.

A Azucena Uresti, Bátiz le dijo también que no recordaba:

“No dudo que haya tenido lugar esa reunión, pero yo no la recuerdo. Yo digo que pudo haber pasado y que si el Presidente la recuerda, para mí es verosímil lo que él dice… Nunca he sabido que haya mentido”.

Siempre es posible suplir una desmemoria con una cortesanía. Pero se nota.

Queda la autoacusación del Presidente. Dice haber pensado en aquel momento que el cambio del acta era “incorrecto”. Pero admite que “el influyentismo se impuso”.

Si ese fue el caso, los cómplices fueron Bátiz y él.