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Por la proyección de las estadísticas, el gobierno de este presidente registra hoy lunes 174 mil asesinatos, que son 18 mil más que los que contó Enrique Peña en sus seis años de mandato. Pero este presidente ya tiene la solución: que el pueblo combata al narco.

Así lo recomendó el sábado, después de la masacre de Texcaltitlán, donde fue abatida una decena de criminales al exigir cobro de piso a pobladores: “Tenemos que enfrentar esto, pero entre todos, y recuerden, no hay que consumir drogas”.

A pesar de tener en las calles al Ejército mexicano (que supera en efectivos a 13 ejércitos de la OTAN) el presidente endilga a los ciudadanos muchas responsabilidades para acabar con la violencia, que galopa en su gobierno.

Porque, dos días antes de la masacre de Texcaltitlán, dijo que cinco jóvenes ejecutados en Celaya tuvieron la culpa de haber sido asesinados, por meterse donde no debían: “Imagínense, es que fueron a comprar droga a un territorio que pertenece a otra banda”.

Es decir, el presidente admite que el crimen organizado controla zonas del país. Y eso que posee uno de los ejércitos mejor provistos del planeta, con 50 mil soldados más que el de Ucrania, que le está ganando la guerra a Rusia.

Aunque no es únicamente el baño de sangre en que se encuentra México bajo el actual régimen: es que también se registran cerca de 50 mil desaparecidos, mientras que, por ejemplo, en el sexenio de Felipe Calderón fueron contabilizados 17 mil desaparecidos.

Sí: la autollamada Cuarta Transformación bate muchos de los récords negativos:

–Más asesinatos en la historia del país.

–Más desaparecidos en la historia del país.

–Más de tres mil mujeres son asesinadas al año, y la violencia se ceba en las más jóvenes.

–53 millones de mexicanos perdieron el Seguro Médico Popular, y no consiguieron ningún otro.

–Su deuda interna planteada al Congreso aumentó en 127 por ciento; mientras que con Peña el techo aumentó 19.3 por ciento y con Calderón, 56.2 por ciento.

–Es el gobierno que más negocios públicos ha otorgado por dedazo: ocho de cada 10 obras son obsequiadas por adjudicaciones directas.

Pero, en el caso de la violencia, la culpa es de la estrategia oficial del presidente, y no de las fuerzas armadas, que sólo cumplen sus órdenes, tal cual manda la Constitución. Ejército hay, y bien pertrechado.

Según el índice estadounidense Global Firepower, el poder adquisitivo de las fuerzas armadas mexicanas es de dos mil millones de dólares, una locura de lana que lo ubica en el número 13 de los 145 países revisados.

Pero la orden es dar “abrazos y no balazos”.

Ni modo.