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El presidente convocó este fin de semana en Chiapas una cumbre para sus amigos dictadores que exportan migrantes, porque ellos mismos fomentan la miseria. Y el presidente mantiene a esos dictadores con petróleo, dinero y votos en la ONU y la OEA.

Antes de la llegada del castrochavismo, el 2 de febrero de 1999, los venezolanos no emigraban: acogían a los hambrientos que huían de América Latina, sur de Europa y países árabes. Hoy, se han ido ocho millones, incluso hasta lugares como Islandia.

El presidente de México lo sabe, pero paga deudas de dos décadas al castrochavismo, y destila la más rancia falsedad en la invitación a la cumbre: “Dar una perspectiva de desarrollo y atendiendo a las causas estructurales”.

Pues las causas son la miseria económica y el desmantelamiento democrático que impide toda promoción humana en Venezuela, Cuba y Nicaragua, los principales expulsores de ciudadanos. Y en México, pues desde 2018 aquí aumenta la migración.

Hay que insistir en que, en 2018, al triunfo electoral del actual presidente, los migrantes ilegales mexicanos en Estados Unidos eran minoría ante los de otros países. En 2007 eran 8.2 millones y 10 años después la cifra bajó a 6.2 millones.

“A partir de 2007, la cantidad de inmigrantes mexicanos no autorizados disminuyó, ya que se fueron de los Estados Unidos más de los que llegaron”, señala un informe del Pew Research Center, elaborado por Jeffrey S. Passel y D’Vera Cohn.

El progreso económico y las libertades ciudadanas que propiciaron en México el TLC con Estados Unidos, en 1994, y la alternancia política del 2000, provocaron que regresaran a México decenas de miles que pudieron encontrar aquí lo que iban a buscar allá.

De acuerdo con el Inegi, en 2005 regresaron 230 mil migrantes a México, y en 2010 retornaron 980 mil. Una vuelta a casa entendible, pues México registraba 12 mil millones de dólares de inversión extranjera y la creación de empleos era constante.

Sin embargo, la llegada del castrochavismo de la Cuarta Transformación en 2018 provocó que, otra vez, los mexicanos emigren en masa, tanto, que vuelven a encabezar las listas de deportados de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.

Sólo en los últimos tres meses, fueron devueltos 145 mil 876 mexicanos, que habían sido detenidos al intentar cruzar la frontera sin papeles. Y la gran mayoría paga el viaje a los polleros con el dinero de las becas que les regala aquí el gobierno.

No se quedan ni aun con las becas, que ascienden a 11 mil pesos bimestrales por familia según el Inegi, pues de donde más huyen es donde más reciben: la mayoría de los deportados es de Chiapas (11.5 por ciento), Oaxaca (11) y Guerrero (10.7).

Cumbre de fracasados.