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La llegada de migrantes centroamericanos a la frontera norte de México ha revelado una cara de los mexicanos frente a la migración que no se había manifestado públicamente. A pesar de ser la ciudad fronteriza más visitada del mundo, la reacción en Tijuana hacia las caravanas ha sido de rechazo; si bien no de toda la sociedad local, sí de una parte que incluye a su gobierno.

Las actitudes que hemos visto a través de los medios de comunicación podrían sorprender a muchos, pero reflejan una realidad: México no es un país particularmente abierto a la migración. Así lo demuestra la encuesta de Gallup que lo ubicó en el lugar 95 de 140 en el índice de aceptación de migrantes.

Otros estudios demuestran que las naciones más receptivas son las que históricamente han estado más expuestas a la migración. México no es una de ellas. Mientras en Suecia casi 90 por ciento de la población dice conocer a un habitante extranjero en su entorno, solo 23 por ciento de los mexicanos se reconocen en esa situación. Ello podría explicar por qué las caravanas de centroamericanos no solo incomodan, sino asustan.

Lo que advertimos es la expresión de un fenómeno muy estudiado sobre la tolerancia de las sociedades a fenómenos como el de los refugiados. Por sus siglas en inglés se conoce como NIMBY (Not In My Backyard) y tiene que ver con la empatía que muchas personas tienen con los extranjeros, siempre y cuando no invadan su espacio.

Esta condición de “migrantes sí, pero no en mi parcela” que quieren imponer algunos tijuanenses demuestra que la gente es más receptiva al concepto de migración en la teoría que en los hechos.

Quizá el caso más paradigmático es la reacción que provocó la presencia de integrantes de la comunidad LGBT en una colonia residencial conocida como Playas de Tijuana la noche del miércoles 14.

Estas actitudes contrastan con la fraternidad que demostramos hacia nuestros paisanos. Es la irrupción de los extranjeros en algunas comunidades lo que, en cierto sentido, hace que México se convierta en un espejo de lo que vemos y criticamos en Estados Unidos con nuestros propios migrantes.