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Me abstuve de participar en la consulta ciudadana sobre la construcción del nuevo aeropuerto, debido a que la información que consulté, para votar con objetividad, me abrumó. Encontré una serie de contradicciones sobre ambos proyectos.

Según el doctor en Ecología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Fernando Córdova, la desecación del lago artificial Nabor Carrillo —creado como parte de un programa de rescate del Lago de Texcoco—, para la construcción del NAIM, traería problemas ecológicos irreversibles; se pondrían en riesgo 300,000 especies de aves migratorias y se realizaría una reforestación inadecuada en el Parque Nacional Itza-Popo, zona alejada del lugar del impacto ambiental.

En opinión del mismo experto, las ventajas de Santa Lucía son la ausencia de cuerpos de agua cercanos que atraigan fauna riesgosa —aves que obstaculicen el espacio aéreo—; así como tener dentro de su contorno áreas reforestables.

Pero… Santa Lucía se encuentra a 35 kilómetros del actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Entre el AICM y el NAIM sólo existen 5 kilómetros de distancia. El Aeropuerto de Toluca está a 54.7 kilómetros del (AICM) actual Aeropuerto de la Ciudad de México. La lejanía entre terminales va a producir un problema de movilidad para transportar mercancías, pasajeros y trabajadores de los aeropuertos y de la líneas aéreas. Esto requiere una costosa infraestructura extra de transporte regional.

Si bien es cierto que en el NAIM existe una importante inversión de dinero y una obra que está a punto de convertirse en inservible, me sorprende la desmesurada reacción de las cúpulas empresariales al criticar —como queriendo pelear— la cancelación de la obra en Texcoco. Tal parece que es la primera obra que queda inconclusa en la historia de México. Historia de construcciones deficientes, incompletas y caras; de elefantes blancos que sólo sirvieron para llenar los bolsillos de constructores y gobernantes.

Durante la administración de Vicente Fox, se construyó la megabiblioteca José Vasconcelos, que ocupó el espacio donde estuviera la Estación de Buenavista de los Ferrocarriles Nacionales de México —que Zedillo vendió sin decir agua va— que tuvo un costo de más de mil 200 millones de pesos. Su construcción estuvo plagada de errores. Se inauguró el 16 de mayo del 2006 y tuvo que cerrar el 7 de marzo del 2007 por filtraciones de agua; al inundarse, cientos de libros se echaron a perder. Durante el gobierno de Calderón se gastaron 32 millones de pesos en restaurarla. Al inaugurarse contaba con un acervo de 575 mil libros, se dijo que para el 2015 tendría 2 millones de volúmenes. En este 2018 sólo tiene 600 mil ejemplares.

En el sexenio de Felipe Calderón, de manera absurda, se puso a competir a los estados de Hidalgo y Guanajuato para la construcción de una refinería. Guanajuato compró cientos de hectáreas con valor de 1,000 millones de pesos; Hidalgo, que fue el ganador, adquirió 700 hectáreas con un costo de mil 500 millones de pesos. Se construyó la barda perimetral de lo que sería la gran refinería, se gastó en realizar el proyecto y nivelar el terreno. En el 2014 la construcción quedó cancelada, hasta ese momento se habían gastado 9,000 millones de pesos.

¿Qué organismo empresarial puso el grito en el cielo por la Estafa de Luz, cuyo nombre original fue la Estela de Luz, que se inauguró 15 meses después de la fecha programada y en la que se invirtieron mil 304 millones 917.7 mil pesos de recursos públicos. 192% más de lo presupuestado?

En cuanto al actual gobierno, el de Enrique Peña Nieto, recordemos la cancelación de la construcción del tren de alta velocidad México-Querétaro, por motivos de la vivienda en Las Lomas del presidente y su esposa. La obra iba a costar 50 mil 820 millones de pesos y fue adjudicada a una empresa china, así como a constructoras favoritas del régimen. Por la suspensión de la obra el gobierno chino pidió una indemnización de 600 millones de dólares.

El 4 de marzo del 2014, el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, dio el banderazo para arrancar la construcción del tramo de la Autopista del Sol, Jantetelco-La Higuera que tendría un costo de mil 900 millones de pesos. Cuatro años y ocho meses después, la obra no está terminada y tendrá un costo final de 3 mil millones de pesos.

El Tren México-Toluca, debió entrar en funciones a finales del 2017, aún no se concluye. Cómo estará la corrupción de desatada en dicha obra que de 38 mil millones de pesos que originalmente iba a costar subió a 59 mil 217 millones, es decir, un 77% más. Lo mismo puede decirse del tramo donde se ubica el tristemente célebre Paso Exprés de la Autopista del Sol, en el cual, a los tres meses de su estreno, se abrió un socavón que provocó la muerte de dos personas, el ramal tuvo un sobrecosto de mil 160 millones de pesos, es decir, tuvo un 73% de incremento. Me falta espacio para señalar las obras atrasadas, sobrevaluadas, incompletas o ya, de plano, sin siquiera comenzar que dejará el gobierno actual.

Es justo que haya voces en contra del desperdicio de dinero y de obra en el NAIM, siempre y cuando esas mismas voces hubieran protestado, con la misma vehemencia, contra las malas, inservibles, carísimas e inconclusas obras de gobiernos anteriores. O todos coludos o todos rabones.