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El Partido Revolucionario Institucional que fue fundado por Plutarco Elías Calles el 4 de marzo de 1929, tuvo como antecedentes al PNR (Partido Nacional Revolucionario) y al PRM (Partido de la Revolución Mexicana), para luego cambiar el nombre por PRI en 1946.

En sus orígenes, el partido tuvo sustento en la clase obrera, campesina, media y el sector militar.

En la actualidad, lo conforman tres sectores definidos: la CNC, la CNOP y la CTM; aún cuando tiene militares en sus filas, éstos no participan como sector.

Su ideología se nutrió de conceptos como el nacionalismo, el constitucionalismo y los principios de la Revolución Mexicana, en especial la justicia social; luego se agregaron el neoliberalismo y la tecnocracia.

Durante 60 años, el PRI mantuvo el poder político hegemónico de México.

Todos los Presidentes surgieron de sus filas, y es hasta el año 2017 que, por primera vez, este partido tuvo que salir a la calle en busca de un candidato a la Presidencia que no trajera el ADN del PRI, que representa la corrupción ganada a pulso.

Amén de los casos que se conocen de gobernadores acusados de abuso o atraco de las arcas de sus Estados; unos perseguidos, otros encarcelados, otros prófugos, otros presos en el extranjero en espera de su extradición; se suman miles de casos de corrupción en el amplio mundo de las adquisiciones “ públicas” del gobierno federal que maneja nada menos que 700 mil procedimientos de contratación, entre ellas por CFE, IMSS, ISSSTE, SCT, Caminos y Puentes; en el 71 por ciento de los casos, son por asignación directa, campo fértil para la corrupción aderezada de impunidad.

El actual presidente priísta, Enrique Peña Nieto, deja al país, al día de hoy, con una deuda externa de 194 mil millones de dólares, según cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Publico.

Los regímenes priistas han practicado como ideología preponderante el populismo.

La política social eminentemente populista ha creado alrededor de cinco mil programas asistenciales en todo el pais, muchos de estos mal instrumentados que no llegan a beneficiar a los destinatarios, pues se canalizan hacia otros objetivos o se pierden en el camino.

Programas como PROGRESA y antes, SOLIDARIDAD, entre otros, son programas paternalistas que en muchos casos, lejos de ayudar, no aportan las herramientas adecuadas que ayuden a generar condiciones de superación de los grupos sociales. Entre más paternalismo, menor posibilidad de desarrollo.

En México existe un populismo de Estado con un líder oficial que cuenta con todas las prerrogativas que le otorga la Constitución.

El PRI ha caído en un claudicación ideológica, en pos del poder por el poder.

Como novedad, se ha llegado a desechar el logotipo y los colores distintivos del PRI, colores que los fundadores del partido se agandallaron de la bandera nacional.

Ahora les avergüenza a los neopriistas usar el tradicional emblema, al grado de sustituir en su propaganda político-electoral el blanco el verde y el rojo, que no quede nada que identifique al PRI, todo esto para que los electores no se acuerden de los pesados capitales de ese partido; del que el 80 por ciento de los mexicanos con credencial de elector, opinan que por éste, nunca votarían nuevamente.

El PRI, cuánto más se desprende de sus principios, más se pierde como referente de partido en el poder.

El futuro alcanzó al Revolucionario Institucional en el año 2000. Su debacle empezó hace 18 años, cuando por primera vez se da la alternancia en la Presidencia de la República.

Dos sexenios en la oposición, le sirven para tomar aire y volver a ocupar la silla presidencial, tan solo para consolidar su triste papel de instituto político decadente y caduco en el que militan los románticos que ven extinguirse la flama del orgullo de pertenencia priista y los tecnócratas sabiondos que formados en el extranjero, intentan a toda costa adueñarse del partido que les sirva de trampolín y de ahí lanzarse a la compra de votos para ganar las elecciones y llegar de nuevo al poder.

Pobre país, con tantos políticos sin ideología ni conocimiento del México que les ha dotado de cuanto poseen. Ingratos, ciegos y sordos al clamor popular.

El destino del PRI no es otro que una página en la historia de nuestro maravilloso y amado país. Sus días en el poder –dicen todas las encuestas– están contados y sólo la ambición, la ilusión y las maniobras de neomapaches tecnócratas hacen ver a sus candidatos sobreactuado, vergonzantes y con talante y actitud de pendencieros y perdedores.

Esta realidad nos lleva a que ¡Digamos la verdad!