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“O ya no entendemos lo que está pasando o ya pasó lo que estábamos entendiendo”.

Esta es una frase que solía decir Carlos Monsiváis para declarar su incomprensión ante las novedades de la vida pública, él, que tenía el mejor de los olfatos para registrar los cambios del humor social y reflejarlos en sus crónicas.

Me confieso en esa misma condición respecto de la violencia que azota a México: o ya no entiendo lo que está pasando o ya pasó lo que creía estar entendiendo.

Nuestro entendimiento de la espiral de la violencia y de sus causas ha tenido momentos estelares.

En la última década, una rica legión de académicos y periodistas hizo para su sociedad el trabajo de esclarecimiento que no hacía su gobierno, ordenando la información disponible, midiéndola, sometiéndola a escrutinio, y desentrañando sus causas, su lógica, su sentido.

Pienso en autores como Fernando Escalante Gonzalbo, Joaquín Villalobos,  Natalia Mendoza, Héctor de Mauleón, Eduardo Guerrero, Alejandro Hope, Guillermo Valdés, Catalina Pérez Correa o Laura Atuesta, para mencionar solo algunos, cuyos textos pueden consultarse en el sitio electrónico de  la revista Nexos y de los que Javier Tello publicará una visión panorámica en la siguiente edición de la revista.

Luego de estos años de creer entender algo de la lógica de la violencia mexicana, me confieso confundido ante el renacimiento de la violencia de los últimos dos años, al punto de que 2017 terminó siendo el año más violento de la década y 2018, dada la tendencia, pinta para superarlo.

¿Qué pasó? ¿Por qué los esfuerzos para combatir la violencia más que detenerla, la multiplicaron?

¿Qué se hizo mal, y qué no se hizo, ha hecho, para que el horizonte de la violencia mexicana, lejos de amainar, después de tantos esfuerzos, sea una espiral en ascenso, y haya expertos que dicen, como Alejandro Hope, que, hágase lo que se haga, por razones casi de inercia demográfica, las cifras de muertos no bajarán durante el siguiente sexenio?

Si no entendemos las causas de lo que sucede es imposible encontrar soluciones. Me temo que las causas de la violencia de estos últimos tiempos, no están muy claras para nadie. Y las soluciones tampoco, salvo esto: ninguna será rápida.

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