Uno de los riesgos de la renegociación del TLC es que se establezcan restricciones sanitarias, planteadas ya por Estados Unidos, que frenen las exportaciones agropecuarias y agroindustriales de México. Entre los primeros pronósticos apocalípticos sobre los efectos del TLC en los años de su creación estuvo el de que acabaría con el campo mexicano. Sucedió … Continued
Uno de los riesgos de la renegociación del TLC es que se establezcan restricciones sanitarias, planteadas ya por Estados Unidos, que frenen las exportaciones agropecuarias y agroindustriales de México.
Entre los primeros pronósticos apocalípticos sobre los efectos del TLC en los años de su creación estuvo el de que acabaría con el campo mexicano. Sucedió algo muy distinto.
Para empezar, el campo, lejos de seguirse despoblando, se repobló. En 1994 había 5 millones 300 mil personas ocupadas en el campo. En 2016 eran 7 millones: una repoblación de 1 millón 700 mil personas.
La producción primaria, sin agroindustria, creció 42% en esos años. El volumen agrícola aumentó 74%, derivado de mayores rendimientos, pues la superficie sembrada creció solo 4.5%.
En 1994, el déficit anual de la balanza agropecuaria y agroindustrial era de 2 mil 882 millones de dólares. En 2016, el sector tenía un superávit anual de 3 mil 175 millones de dólares.
En dólares de 2008, esto quiere decir que entre 1994 y 2016 las exportaciones agroalimentarias crecieron de 4 mil 496 millones de dólares a 28 mil 971 millones.
Los mayores saltos en la exportación agroalimentaria son del azúcar, que creció 225, 420%; del maíz: 10, 220%; del trigo duro: 18, 148%, y del aguacate: 7, 020% de aumento.
Son cifras tan altas que acaban por no decir mucho. Lo que significan en su conjunto es que la economía vinculada al campo es uno de los mayores éxitos de la economía mexicana de los últimos años. Un único éxito del tamaño que necesitamos si queremos tener un país próspero.
Si en toda la economía mexicana hubiera sucedido lo que sucedió en estos años en el sector agropecuario y agroindustrial, México habría crecido casi al doble de lo que creció en los últimos 20 años.
Lo que ha pasado en el campo mexicano no ha sucedido en la opinión pública: no tiene visibilidad ni credibilidad. Siguen pesando más las realidades del campo atrasado que las del próspero.
Pero, como indican estas cifras, hay también un campo próspero, una de las historias mejor guardadas de México.
(Las cifras de esta columna pueden encontrarse en www.gob.mx/siap).