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A juzgar por los grandes medios tradicionales de Estados Unidos, la primera semana de la presidencia de Donald Trump fue un desastre. Su lista de pifias es larga, incluido el conflicto con México. La cancelación de la visita del presidente Peña Nieto ha sido interpretada como un primer revés para Trump. A la luz de esos medios, queda la sensación de que el marcador va 1-0 a favor de México.

Sin embargo, no es ese el mundo de Trump. Así lo evidenció la consejera presidencial Kellyanne Conway al declarar que contrarrestarían los reportes de los medios con “hechos alternativos”. El quiebre es claro: la realidad de Trump sobre la de la prensa.

Trump hizo su campaña en pleito con los medios y ganó la elección. En alguna medida, su jefe de estrategia, Steve Bannon, tiene razón cuando dice que los medios fueron derrotados por no entender al público. En efecto, hay una parte muy amplia de la sociedad, la que le dio el triunfo, que seguramente no cree que esta primera semana de gobierno haya sido desastrosa.

A diferencia de sus predecesores, después de su victoria, Trump optó por seguir polarizando en lugar de sanar heridas y convocar a la unidad. Continúa en campaña y la aprobación de 45 por ciento con la que inició su mandato, la más baja de la que se tenga registro, le parece suficiente para gobernar e impulsar su agenda. Si en el camino irrita y antagoniza a muchos, incluidos los medios, peor para ellos.

Mal augurio para México. En el mundo de Trump el marcador con México debe estar más cercano a una goliza a su favor que al 1-0 que sugieren los medios allá. Mientras Trump siga en campaña e ignorando a quienes sí conectan con los medios tradicionales, difícilmente se moderará en temas como migración y libre comercio.

¿Conseguirán el tiempo y los conflictos agudizados hacer salir a Trump de su mundo? O, dicho de otra forma, ¿lo podrá contener ese otro universo al que le hablan los medios tradicionales? Difícil anticipar, pero al menos ya hay un dato esperanzador: el fenómeno Trump ha disparado las audiencias de esos medios en los que dice no creer.