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Xóchitl Gálvez es la candidata a la Presidencia de la República por la coalición Fuerza y Corazón por México, compuesta por el PRI, PAN y PRD
Nacional ¿Quién es Jorge Álvarez Máynez?
Jorge Álvarez Máynez es candidato a la Presidencia de la República por Movimiento Ciudadano (MC)
Nacional ¿Quién es Claudia Sheinbaum Pardo?
Claudia Sheinbaum es candidata a la Presidencia de la República por la Coalición Sigamos Haciendo Historia, conformada por Morena, PT y PVEM
Nacional ¿Quién es Clara Bugada Molina?
Clara Brugada Molina es candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia en la Ciudad de México, conformada por Morena, PT y PVEM
Nacional ¿Quién es Santiago Taboada Cortina?
Santiago Taboada Cortina es candidato a jefe de Gobierno por la coalición Va por la CDMX, conformada por el PAN, PRI y PRD

En su deslumbrante historia sobre las causas que detonaron la Primera Guerra Mundial, Margaret MacMillan escribe que a veces personas con grandes responsabilidades son un manojo de emociones con comportamientos erráticos.

Pensaba que podría ser el caso de Lilian Tintori, la bella mujer de 37 años que, súbitamente, heredó la formidable responsabilidad de ser una de las portavoces de la oposición venezolana al dictatorial régimen de Nicolás Maduro.

Estaba equivocado. La mujer con la que conversé ayer es mucho más que la esposa de Leopoldo López, el líder opositor encarcelado desde hace 10 meses. Lilian tiene personalidad propia, discurso, sensibilidad. Y la no siempre común serenidad de los protagonistas emergentes, a la que solo se accede con horas de trabajo, concentración y mucha disciplina.

Su historia, al menos en 2014, es sin duda la del dolor. Pero, como me ocurrió con la cubana Yoani Sánchez, no escuché en sus palabras el resentimiento ramplón tan común en el disidente latinoamericano. Lilian debe creer aquello de que la ética sirve también para abaratar los costos del sufrimiento.

Me dijo que triunfarán, pues las torpezas y rudezas de Maduro están consiguiendo el imposible de unir a antichavistas con chavistas desesperadas. Se despidió sonriente, amable, platicando de sus hijos de cuatro y un año. Y con la certeza de que ceder al miedo o el fatalismo no apaciguará lo que queda del régimen y sus gorilas.

¿Errática?, le pregunté a mis compañeros de programa. Coincidieron que no. Tiene más bien esa sabiduría añeja de que quien no progresa cada día retrocede cada día.