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Esta desafortunada, grosera y abusiva expresión no fue concebida por los enemigos políticos de la presidentA electa Claudia Sheinbaum.

Fue una ocurrencia locuaz de su mentor, del sempiterno líder, hoy todavía presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Reaccionó así al mensaje en “X” de Enrique Krauze, quien posteó el 22 de agosto: “Después de ser una monarquía, el 4 de octubre de 1824, México se convirtió en una república. Pasaron 200 años. En septiembre de 2024 México dejará ser una república para convertirse en una monarquía. ¿Lo permitiremos?”.

Por supuesto, el Presidente descalificó a Krauze, quien días después insistió en “X”: “Está por morir la República Mexicana. Hay monarquías constitucionales que respetan a la justicia. El sometimiento del poder judicial y legislativo al Ejecutivo, aplastando las libertades y derechos del 42% de la ciudadanía que votó en contra, tiene otro nombre: dictadura”.

Quizás queriendo matizar lo absurdo que le parecían los dichos de Krauze, López Obrador se llevó entre las patas a nuestra nueva presidentA.

De manera irreflexiva, o a la mejor con toda intención, redujo el triunfo electoral de Sheinbaum, más numeroso que el de él mismo, a un acto de sucesión, de herencia a su “hija política”, como para que no se le olvide a quién le debe el cargo: “vamos a prepararnos todos porque el día 1º. de octubre vamos a coronar a ´Claudia Carlota de México´”.

El martes y el miércoles, insistió el Presidente: “se va a coronar en el Zócalo a ´Claudia Carlota, reina de México´”.

Como no le pareció suficiente y creyendo, como lo afirmó, que en su segundo ´post´ Krauze “le había bajado una rayita”, fue a más. Usando un ´meme´ que a él le hace mucha gracia, “el del diablito”, le ganó la incontinencia: “Ah, es que se va a ir a vivir al Castillo de Chapultepec”.

¡Zas, pero qué ganas de joder!

Por supuesto, queda claro que el Presidente quería descalificar a sus adversarios políticos, que ante su vergonzoso fracaso electoral dan sus últimas patadas de ahogado, pero en su propósito embarró a la candidata que encumbró, reduciéndola al ridículo.

Quienes se dedican a la política, tienen asumido que para estar y crecer tienen que tragarse platos enteros de sapos y culebras (por decirlo amablemente), pero también que un día el destino les dará la oportunidad de corresponder a las atenciones recibidas.

Ya veremos la tolerancia que tiene nuestra nueva presidentA y con la banda tricolor puesta a qué límites está dispuesta a llegar.

El trato que le ha dado su líder no es amable.

Ideológicamente se pueden tener coincidencias o discrepancias, pero eso no le da derecho a nadie a tomarse atributos por el solo hecho de su condición de “superior”. La grandeza también implica una responsabilidad que dista mucho del sometimiento.

Así que, ¡no me ayudes, compadre! Y tú, sí: “calladito te ves menos peorcito!

Ya solamente le quedan 30 días.

Monitor republicano

Desde niño, me tocó ver los abusos del PRI. No conocí otra realidad. Décadas después viví la fallida transición con la ilusión panista y el desastroso retorno priista.

Hoy, como en los viejos tiempos, regresa el partido de Estado y la dictadura perfecta, pero se llama Morena.

Sí, la historia es cíclica. Ojalá que una mujer en la presidencia haga la diferencia.

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*Texto reproducido con autorización del autor y publicado en El Universal