Minuto a Minuto

Nacional Marina asegura 185 ‘maquinitas’ en Michoacán
Las máquinas tragamonedas fueron retiradas de domicilios y locales comerciales de Lázaro Cárdenas
Economía y Finanzas México justifica aranceles a productos asiáticos para proteger empleos y economía nacional
Economía explicó que el ajuste de aranceles impactará a mil 463 fracciones de mercancías de industrias consideradas sensibles
Internacional Petrolero que huyó de EE.UU. en el Caribe pinta una bandera rusa para escapar
Según The New York Times, durante la huida el petrolero Bella 1 pintó una bandera rusa, y ahora reclama la condición de rusos para escapar de EE.UU.
Nacional Llega el 2026: ¿cuántos días de vacaciones tocan a los trabajadores?
La Ley Federal del Trabajo establece esta cantidad de días de vacaciones a partir del primer año laborado
Nacional Activan Alerta Roja por frío en la CDMX para las primeras horas del miércoles 31 de diciembre de 2025
Autoridades de la CDMX activaron las Alertas Roja, Naranja y Amarilla por frío intenso y heladas la mañana del 31 de diciembre de 2025
Una conexión cerebro-intestino impulsa el deseo de comer grasas
Una conexión cerebro-intestino impulsa el deseo de comer grasas. Foto de López-Dóriga Digital

Cuando se han comido grasas existe el deseo de consumir más y los científicos han descubierto, en un estudio en ratones, que hay un mecanismo que une intestino y cerebro responsable de este comportamiento, publica Nature.

Estos hallazgos podrían conducir en un futuro a tratamientos o medidas para ayudar a tratar la obesidad y los trastornos asociados, según el Instituto Médico Howard Hughes (Estados Unidos), que es uno de los firmantes de la investigación.

El sabor en la boca de platos especialmente ricos en grasas explica solo, en parte, el deseo de comerlos, pero para entender realmente lo que impulsa “nuestro insaciable apetito por las grasas”, hay que examinar lo que ocurre después de consumirlas, explicó el responsable del estudio, Charles Zuker.

En una investigación previa, el equipo ya había señalado que el azúcar, al llegar al intestino, desencadena señales que se envían al cerebro, alimentando así los antojos de dulces, y el nuevo artículo describe un circuito similar que subyace a la preferencia por las grasas.

“El intestino es la fuente de nuestro gran deseo de grasa y azúcar”, destacó Zuker citado por Instituto Médico Howard Hughes, por lo que el equipo intentó descubrir, en esta ocasión, qué impulsa la preferencia por las grasas.

El equipo, compuesto también por investigadores de la Universidad de Columbia, realizó una serie de experimentos con ratones para probar su hipótesis de que la preferencia por la grasa se produce tras la ingestión de alimentos ricos en ella.

Así, ofrecieron a los roedores dos botellas, una con edulcorante artificial y otra con grasa, y comprobaron que ambas opciones eran igual de atractivas al principio, pero la segunda era la clara favorita 48 horas después.

Los edulcorantes artificiales solo envían señales al cerebro al llegar a la lengua, pero no después de ser ingeridos, mientras que la grasa sigue alertando al cerebro de su presencia después de la ingestión, incluso después de llegar al intestino, impulsando así nuestro deseo de consumirla.

Este ensayo de comportamiento fue un primer paso crucial en el estudio, pues permitió empezar a diseccionar dónde está el circuito sensor de grasa y ver su impacto, tanto en la fisiología como en el comportamiento, explicó el centro médico en un comunicado.

El equipo descubrió que la detección de la grasa se produce mediante una serie de pasos: al entrar en el intestino, la grasa se une a unos receptores especiales que transmiten señales a las neuronas a través del eje intestino-cerebro y activan las neuronas del tronco cerebral.

El resultado final es que el resto del cerebro recibe el mensaje de que ha consumido grasa y se siente bien.

El grupo estudia ahora qué ocurre con las señales activadas por las grasas una vez que llegan al tronco cerebral, pues “es necesario que se transmitan al resto del cerebro para que, en última instancia, se activen los circuitos que te dan esa motivación para seguir consumiendo grasa”, dijo Zuker.

Con información de EFE