Tanto que podría decirse que la nueva unidad de competencia electoral no son los partidos, sino las alianzas y las coaliciones
Todo indica que la oposición va a llevarse una paliza en las elecciones del domingo que viene. No quiero negar la eficacia electoral del oficialismo, pero creo que la verdadera artífice de sus derrotas será la oposición. La razón: no haberse unido y acudir fragmentada a las urnas.
Todo indica que el oficialismo ganará cinco de las seis gubernaturas en juego y, si le va mal, sólo cuatro.
La oposición parece llamada a ganar Aguascalientes y, si le va bien, Durango. Perderá Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas. Si la oposición hubiera reunido todas sus fuerzas en candidaturas comunes, el resultado hubiera podido ser al revés. Habría ganado cuatro y perdido dos.
Esto dicen los números de la intención de voto de las encuestas, veremos los votos reales el domingo. La oposición se ha portado en estas elecciones como si no supiera sumar, como si quisiera perder en vez de ganar.
De concretarse la paliza, se la habrá ganado a pulso. Los partidos solos valen cada vez menos votos. Sus crisis han dado lugar en muchos países a procesos de fragmentación partidaria. La fragmentación, a su vez, ha creado la necesidad de alianzas electorales.
Tanto que podría decirse que la nueva unidad de competencia electoral no son los partidos, sino las alianzas y las coaliciones.
Entre más rápido abandonen los partidos su narcisismo partidario, más rápido se beneficiarán de las alianzas que la fragmentación política exige para triunfar en las urnas.
El proceso de alianzas empezó en México hace un tiempo, pero sólo a partir de 2018, las alianzas se volvieron un asunto de supervivencia para los partidos antes dominantes: PAN, PRI y PRD.
Estos partidos se aliaron por primera vez en 2021 y recuperaron, como alianza, competitividad y peso en la política del país. De haberse unido entonces Movimiento Ciudadano, estaríamos viendo hoy con claridad, en el Congreso y en los gobiernos estatales, la condición minoritaria del gobierno.
En las elecciones del próximo domingo los partidos de oposición perderán como partidos lo que hubieran podido ganar como alianza. Habrán tornado una posible victoria en una ominosa paliza, de la que les costará recobrarse.