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Si penoso fue a principios de agosto ver el tuit en pantalla panorámica y escuchar al Presidente de México leer un majadero montaje que se quiso endilgar al magistrado titular del Tribunal Electoral (cuando la marranada ya había sido evidenciada y desmentida), la proyección el viernes reciente de otro mensaje más vil aún y su lectura en labios de Andrés Manuel López Obrador supera cualquier expectativa de lo que el jefe de las instituciones nacionales es capaz de creer.

Irrepetible, el texto alude a su recitador pero también vomita improperios contra una mujer sin determinar pero a quien AMLO asignó la identidad… de su esposa. Apenas el 16 de septiembre al Presidente se le había reprochado que repitiera cada uno de los insultos que sus enemigos lanzaron contra Hidalgo.

No es “juarista” ni “republicano” que profiera vulgaridades y leperadas y menos aún que lo haga leyendo porquerías que pululan en el ciberespacio. Tan reprobable es que lo haga que hasta su diario consentido, La Jornada, le dedicó su Rayuela: “Siempre ha sido, es y será un error repetir el insulto”.

Peor: sin la menor certeza, atribuyó las injurias a uno de los 31 que la Fiscalía General de la República quiere encarcelados por delincuencia organizada: “No sé si sea cierto, pero uno de los investigadores, supuestamente perseguido, se aventó un Twitter ayer.

Ojalá y lo consigamos para que vean el nivel moral, porque siempre he dicho que una cosa es la educación y otra la cultura, y que los grados académicos no son sinónimo de cultura.

Se pueden tener altos grados académicos y no tener sensibilidad en lo social ni en lo humano, y no poseer valores culturales, morales, espirituales, porque eso fue lo que hizo el neoliberalismo, también individualizó, dejó sin dimensión social, humana, la educación, la investigación. Ojalá y se pueda conseguir, sí, sí, porque es de uno de estos señores que ofende a Beatriz y me ofende a mí (…). Un grupo predilecto del régimen anterior.

Entonces, como ya no se puede mantener estos privilegios, pues ahora se sienten perseguidos. Se llama el señor, sí es real, Aldo Aldrete. Fíjense, éste es uno de este grupo”.

Falso: el ofensor no figura entre los acosados. Se dice “experto” en “seguridad, bioterrorismo y miembro del comité científico de la ONU”.

Tampoco aparece en el Sistema Nacional de Investigadores. ¿Cómo es posible que AMLO dé crédito a cuanta porquería se difunde por las que consideraba “benditas redes sociales”? Igual o peores ofensas les han sorrajado a los ex presidentes y sus esposas, pero solo AMLO comete la imprudencia de tomarlas en serio para capitalizarlas y victimizarse.

Y si vergonzoso es que dé crédito a los agravios que magnifica en sus mañaneras, preocupa sobre todo que las discrepancias con lo que dice y hace las tome como ataques y repita la mentira de que ningún mandatario anterior fue vilipendiado como él.

Tanto que pregona respeto para la investidura presidencial para ser él quien la deshilacha.