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Ayer el gobierno de México dio un paso firme para añadir al sesgo de mentira que hay en toda historia patria, un momento de charlatanería. Me refiero a la conmemoración de la supuesta “fundación lunar” de Tenochtitlan.

No hay fuente, historiador o arqueólogo serios que respalden esa fecha. Hay, por el contrario, un consenso profesional en que la fecha es una invención.

Es como si hubiera aparecido en el gobierno la necesidad imaginaria de una dimensión astrológica para completar la visión alternativa de la realidad que nos ofrece todos los días el habitante de Palacio.

Dice bien el historiador Rodrigo Martínez Baracs que la noción de “fundación lunar” de Tenochtitlan en 1321, “parece el producto de un charlatán new age” (https://bit.ly/33Gqk9I).

Parecen muy malas horas las que vive la ciudad para intentar esta fantasmagoría new age. Apenas se piensa un poco, es claro que el viaje a la noche inventada del principio de Tenochtitlan es una maniobra simbólica para darle a Ciudad de México un lugar fundacional en el eje de la gesta de la nación.

El presuntuoso guion de la gesta podría resumirse así: 1321: Fundación, 1521: Conquista, 1821: Independencia, 2021: Transformación y Grandeza. La exaltación mítica de la capital tiene el efecto político secundario, en el que desde luego nunca piensa el Presidente, de volver central también a la jefa de Gobierno de la capital, precandidata presidencial del Presidente.

Otra vez: no es la mejor hora para eso en nuestra ciudad. Es más bien la hora de oír e indemnizar a las familias de las víctimas de la tragedia de la estación Olivos.

La hora de revisar a fondo las fallas del Metro, de invertir en su reparación y en su mantenimiento para devolverlo, funcional y seguro, a la ciudad. La hora de rendir cuentas por la tragedia y hacer transparente lo que pasó ahí durante cada uno de los gobiernos que tuvieron que ver con la Línea 12, para establecer la responsabilidad de cada uno.

El mitológico islote del origen y la charlatana fecha de su poblamiento fundacional, pueden esperar un tiempo, a ver si al gobierno se da tiempo de asomarse a la verdad.