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Quiso la fortuna que Aurelio Nuño Mayer y José Antonio Meade Kuribreña coincidieran en Cambridge. El pasado fin de semana, acudió al Gutman Conference Center de la Universidad de Harvard para atestiguar la presentación de los trabajos del curso Políticas Educativas e Investigación en Perspectiva Comparada.

Tras de la debacle electoral del 2018, el extitular de la SEP optó por un sabático de la política y participó como maestro visitante, invitado por el profesor Fernando Reimers, en la Escuela de Graduados en Educación. El curso cerró con una conferencia sobre educación global que tuvo pocos mexicanos entre la selecta audiencia.

Muchos paisanos prefirieron acudir al Wasserstein Hall de la Escuela de Derecho, para escuchar a la actriz y activista Yalitza Aparicio, la primera de las conferencistas magistrales en el evento anual convocado por los estudiantes mexicanos matriculados en Harvard.

Meade Kuribreña —registrado como “exsecretario” en el programa oficial— se presentó el sábado, al mediodía, en un auditorio ubicado en el primer piso del edificio Littauer, en la Escuela John F. Kennedy. Luego de un año y medio de intermitentes apariciones públicas y un prudente silencio, ¿cómo no pedir una opinión al excandidato presidencial sobre su experiencia en la campaña que coordinó Nuño?

“Yo tenía un Chevy y como ese me tocó competir”, aludió, sobre su postulación bajo las siglas del PRI. Esa parábola —efectivamente de origen mazatleco— se comentaba profusamente entre su círculo más cercano. Justo hace dos años, Meade Kuribreña iniciaría su experiencia electoral, sin experiencia previa pero con el prestigio de haber sido cinco veces secretario de Estado.

La eliminación de los candados en el estatuto partidista —durante una Asamblea Extraordinaria efectuada en Campeche, en agosto del 2017— posibilitó que los extitulares de la SEP y de Desarrollo Social accedieran a la nominación por el partido de Enrique Peña Nieto: Nuño, sin haber ocupado un cargo directivo o legislativo, pero con militancia priista; Meade, como “externo”.

En el camino, víctimas de una guerra fraticida, quedaron Luis Videgaray y Miguel Ángel Osorio Chong. El último canciller del peñismo pudo haberse hecho de la candidatura, pero la visita de Donald Trump sepultó sus aspiraciones. En Los Pinos preferían a Nuño, pero los tecnócratas itamitas lograron reposicionar a Meade en el ánimo presidencial, a pesar del gasolinazo del 2017.

Peña Nieto les cedería la candidatura, pero mantendría el control de la campaña… a través de Nuño, quien coordinó la Oficina de la Presidencia en el primer tramo del sexenio. Sin incumbencia con el equipo de Meade y sin controlar al aparato partidista, el exsecretario de Educación sufrió una primera derrota ante la exvocera calderonista, Alejandra Sota, quien había producido un primer paquete de spots, sin tomar en consideración al coordinador de la campaña.

Si esos mensajes fueron caros y malos o apelaban al electorado de derecha, más que a las bases partidistas, es otra discusión. Sin que la opinión del candidato le importara, Nuño llevó su controversia con Sota a Los Pinos. La consultora, en mancuerna con el publicista Alejandro Quintero, consiguió el visto bueno de Peña.

Meade se subió al Chevy… pero no estaba al volante. Y al arranque de la campaña, tampoco portaba el overol rojo, como le demandaban las estructuras partidistas. En Los Pinos estaban concentrados en reducir la contienda presidencial a un pleito entre dos, lo que implicaba la eliminación del abanderado panista, Ricardo Anaya, antes del primer debate.

Los pleitos entre Nuño y Sota vivieron un segundo capítulo, en la preparación de ese encuentro, celebrado el 22 de abril. Y no cesaron. Tampoco la injerencia de Los Pinos, ni la descoordinación con el CEN del PRI, ni la huelga de brazos caídos de la nomenklatura.

Si la estrategia de comunicación era fallida o Meade había quedado capturado por las disputas palaciegas, es otra discusión. El PRI y sus aliados —se queja su abanderado— no era una Suburban. ¿La maquinaria priista era un mito genial? ¿O se equivocó de piloto?

El disclaimer de Meade podría ser rebatido por la cúpula tricolor y no lo exime de responsabilidad. En febrero del 2017, un año antes de que el PRI nominara a su candidato presidencial, el aspirante mejor posicionado era Osorio Chong, con 25% de las intenciones de voto. El exmultisecretario obtuvo 10 puntos menos. Meade tiene futuro, el PRI…

Despojado de la chamarra roja, el exsecretario de Hacienda podría regresar a la vida pública. Ser rector del ITAM ya no será —Meade conveniente atendió las recomendaciones formuladas por sus cercanos—, pero podría ser propuesto por México para la presidencia del BID, ya que la nominación de Alicia Bárcena o Graciela Márquez Colín quedó cancelada.