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Las cuentas no salen en las economías controladas por el Estado: Venezuela tiene hoy solo un tercio de la comida que necesita para alimentar a su población. Y Cuba impuso ayer un plan anti crisis que controla el precio de la albahaca, la hierbabuena, el romero, el apio…

Es decir, el gobierno socialista de Venezuela, el país con las reservas de petróleo más grandes del mundo, no tiene alimentos suficientes para llenar el estómago de sus 31 millones de habitantes porque eliminó la propiedad privada, convencido de que el Estado puede encargarse de todo.

Y el gobierno socialista de Cuba, que hace 60 años dirige sin oposición alguna a sus 11 millones de habitantes, ha tenido que suspender lo que había permitido de libre mercado para productos que, en otros países, se usan en infusión, pero en la isla son básicos en la alimentación diaria.

En la Venezuela del dictador Nicolás Maduro, de acuerdo con el más reciente reporte de la FAO “tiene 21.2 millones de personas que pasan hambre”. O sea, que solo 10 millones de gobernados por Maduro no pasan hambre. Y es el país con más gas y petróleo en el planeta.

Explicado de otra manera: más del 68 por ciento de los venezolanos pasan hambre, porque Venezuela produce solo un tercio de la comida que necesita, debido a dos décadas de gobierno populista con políticas económicas erradas, de expropiaciones y corrupción.

Tanto así que Venezuela ocupa el lugar 127 en el Índice de Competitividad Global y tiene que limitar la adquisición de arroz, aceite, carne, lenteja, harina a sus ciudadanos, aun cuando obtiene 124 mil millones de dólares anuales por venta de petróleo.

Son entendibles las cifras entonces. Según la ONU, “en 2012 Venezuela tenía 3.6 millones de personas en inseguridad alimentaria y ahora son 21.2 millones los venezolanos que pasan hambre. Un aumento de más de 17 millones en apenas siete años”.

Tan comprensible como el control de precios en Cuba, donde funciona, desde hace seis décadas, la libreta de racionamiento, que indica vivir al mes con dos kilos de arroz, medio de chícharos, uno de frijoles, uno de sal, dos de azúcar, un cuarto de aceite, cinco huevos y cinco onzas de café.

Al triunfo del comunismo en 1959, Cuba había sido la potencia azucarera mundial desde 1804. Pero, seis décadas después, la isla debe comprarle azúcar a Francia para poder garantizar el abasto de la cartilla de racionamiento.

Con el control del Estado sobre la producción, Venezuela y Cuba privaron a sus habitantes casi totalmente de poder adquisitivo, provocaron el peor desabastecimiento en la historia de los dos países y ocasionaron el mayor daño a una sociedad:

Eliminaron a la clase media.