
En esta remota comunidad solo 10 niños van a la escuela, no hay autos, hospitales, bares ni restaurantes, y todos se conocen entre sí
En el lejano poblado de Francois, en Terranova y Labrador, Canadá, no hay coches, hospitales, bares o restaurantes, tan solo 10 niños van a la escuela y todos los habitantes se conocen entre sí, pues tan solo suman 75.
Ubicado a las orillas del Golfo de San Lorenzo, Francois es una de las comunidades más remotas del mundo. La pequeña ciudad, escondida en una bahía en el punto más oriental de Canadá, solo es accesible en barco y los lugareños suelen transportarse en cuatrimotos en el empinado valle.
Aquí los dardos son una forma popular de entretenimiento y los 75 residentes son libres de construir su propiedad donde quieran.
Los turista que llegan en barco para visitar la remota ciudad son bienvenidos por los habitantes de manera cálida.
La tienda de licores, uno de los únicos servicios en el lugar, se encuentra abierta de lunes a sábado de 9:30 a 22:30 h, pero cierra en los horarios de desayuno y comida. El ron y la cerveza son los primeros en agotarse y los suministros se envían cada semana, dependiendo del clima.

La escuela, que solo tiene alrededor de 10 niños desde el jardín de niños hasta preparatoria. El patio de recreo se encuentra en una ladera donde los juegos se encuentran un tanto oxidados.

Una pareja local, que no deseaba ser identificada, explicó que se conocieron como adolescentes en la ciudad. Ahora han estado casados 42 años, viviendo en el mismo lugar.
La principal fuente de ingresos en Francois es la pesca. Los hombres salen a pescar cangrejo, langosta y bacalao mientras, que las mujeres permanecen en casa y ayudan a mantener los equipos de pesca preparados.

Un local explicó que se está volviendo más difícil mantener a los jóvenes en Francois y muchos se van para las zonas céntricas de Canadá, donde hay más oportunidades de empleo y las citas se extienden más allá de su vecino.
Un incentivo para permanecer en la ciudad es que se puede construir una casa donde quiera sin comprar la tierra. Además de eso, construir una propiedad es económico, alrededor de 150 mil pesos para una vivienda considerable.

Hay una señora en el pueblo que corta el pelo y hay un cuerpo de bomberos voluntario, aunque no ha habido un incendio en 30 años.
Aunque no hay restaurantes, un residente explicó que la gente regularmente ofrece convivios en sus hogares. Las fiestas de danza también tienen lugar en el centro comunitario.
Cuentan con internet en la zona aunque aparentemente no es el mejor. La ciudad tiene un encanto con gente cálida y una quietud pintoresca. Pero vivir en este lugar sería un desafío para el habitante cosmopolita.

“La gente se asombra de la vida que llevamos, pero no la tendríamos de otra manera”, dice una residente de Francois, mientras regresa de una fiesta de baile el viernes por la noche, con música en vivo y tragos de ron.
Con información de Daily Mail