El dilema del primer gobierno de la alternancia democrática, el de Vicente Fox, fue qué hacer con su condición minoritaria. Había ganado la Presidencia pero no había ganado el poder. El PRI, al que había sacado de Los Pinos, gobernaba creo que 28 de los 32 estados de la Federación, y esos gobernadores tenían ahora … Continued
El dilema del primer gobierno de la alternancia democrática, el de Vicente Fox, fue qué hacer con su condición minoritaria.
Había ganado la Presidencia pero no había ganado el poder. El PRI, al que había sacado de Los Pinos, gobernaba creo que 28 de los 32 estados de la Federación, y esos gobernadores tenían ahora el control de la bancada priista en el Congreso, sin cuyo concurso era difícil ganar algo ahí. La izquierda, por su parte, se había quedado con la Ciudad de México.
La decisión de Fox fue no usar su bono democrático para avasallar a la oposición, en particular a la priista, sino negociar con ella.
Su instrumento de negociación fue el presupuesto. Abrió las arcas de la Federación a los gobiernos estatales y municipales sin asegurar la fiscalización federal de esos recursos.
Pronto, en tiempos de bonanza de los precios del petróleo, que duraría hasta 2014, fue añadido al reparto estatal un bono petrolero.
De por sí, el resultado de la elección presidencial del año 2000, tuvo un efecto descentralizador, fue un reparto de poder de facto del gobierno central a los otros poderes: Congreso, Poder Judicial y gobiernos locales.
La derrota del presidente priista significó autonomía política para los gobernadores de ese partido, sometidos hasta entonces al presidente. La ganancia de la Ciudad de México para la izquierda fue otra merma democrática del antiguo poder central.
Sobre esas autonomías políticas de facto, cayó una derrama presupuestal histórica. Entre el año 2000 y 2014 fueron transferidos a estados y municipios unos 355 mil millones de dólares, casi tres veces el monto del Plan Marshall que financió la reconstrucción de Europa.*
Los gobiernos locales fueron ricos sin tener que cobrar impuestos ni rendir cuentas. “Vimos con estupefacción”, dice José Antonio Aguilar Rivera, “cómo del huevo del federalismo salían feos dragones: irresponsables, codiciosos y hambrientos de fondos públicos” (La cruda democrática. Tribuna, MILENIO Diario 3/04 15).
Segunda patología inesperada de nuestra democracia: gobiernos locales irresponsables en el contexto de un gobierno federal inexperto y disminuido.
*Este y otros datos en mis columnas del 16, 17, 18 y 19 de febrero de 2015.