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A veces hay que tomar el camino más largo para llegar antes.
Florestán.

 El presidente López Obrador ha calificado de tersa, la transición de la presidencia.

            El diccionario de la Real Academia de la Lengua dice de terso: limpio, claro, bruñido, resplandeciente, liso, suave, sin arrugas, pulido, elegante.

            Y la verdad sí, ha tenido algo lo que significa terso.

            Pero debo apuntar que a lo largo de las diez giras a las que la ha llevado en las que recorrieron las 32 entidades de la República, él, e incluso ella, pueden creer que ha sido una forma de tersura, sí, pero hay otra lectura: que el mensaje de López Obrador haya sido el de la escenografía que montó en 2018, al anunciar la cancelación del NAIM y dejó ver un libro de Felipe González, titulado ¡Quién Manda Aquí!

            Yo sé que Claudia no lo ve así.

            Al contrario. Considera un privilegio estos recorridos. Pero una cosa es su punto de vista, respetable, y otro es el mensaje que deja y que él se encarga de machacar en todos los escenarios.

            Y, sin duda, vendrán otras presentaciones conjuntas, discursos paralelos y nombramientos del círculo palaciego, que le representarán un costo por la interpretación de un cerco presidencial.

            Pero en estos tiempos de sucesión, que siempre lo han sido de esperanza, no la soltemos. Dejemos correr los 41 días que le quedan a López Obrador y démosle el espacio de la oportunidad a Sheinbaum. Y más que el uno de octubre, sigamos sus primeros cien días de gobierno que, sin que sean un plazo fatal, son una oportunidad para que sin romper, como ha dicho, marque su personal estilo de gobernar, por encima de las imposiciones, la amenaza del movimiento y del antecesor.

            Cien días son nada ante los dos mil 191 de su sexenio.

            Porque aun teniendo claro que antes de que las cosas mejoren tienen que empeorar, López Obrador las ha llevado a tal nivel, que podría ser más rápido, siempre y cuando Claudia Sheinbaum lo quiera y pueda.

RETALES

  1. IMPREVISTO.- López Obrador nunca pensó pasar los últimos días de su gobierno con una crisis sindical a nivel nacional de los trabajadores del Poder Judicial Federal. Nunca había visto un paro de esta magnitud, fuerza e influencia del que no puede salir victorioso, Y menos con insultos;
  2. MAYO.- El otro imprevisto es de la detención en Estados Unidos de El Mayo Zambada, con toda la cauda de información que puede dar a conocer en sus cincuenta años de impunidad, más lo que las agencias de Estados Unidos quieran decir a través del narcotraficante:
  3. VIAJE.- El gobernador Rubén Rocha recurrió a la coartada de haber viajado a Los Ángeles el 25 de julio, el mismo día que El Mayo Zambada aterrizaba en Nuevo México, Uno de los puntos es saber a quién vio allí. Mauricio Manfred Quintanilla Hernández, exdueño de trasportes TUM, hoy está huido allá por una orden de aprehensión. ¿Lo vio?

Nos vemos mañana, pero en privado.