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La imagen política es un tema inagotable por su constante transmisión de mensajes de manera directa e indirectamente.

Hablamos de todo aquello que exterioriza el cuerpo, el habla y los múltiples elementos alrededor del personaje político en cuestión.

Cada elemento que se proyecta en una reunión pública, un encuentro privado, una video llamada, una aparición repentina e incluso una charla casual e informal, es utilizado como un recurso estratégico para posicionar el mensaje a tratar.

La política no solo son acuerdos, comunicados o diferencias entre un grupo u otro. Estar allí es pensar en que todo es todo, es decir no se puede escapar absolutamente nada porque gracias a ello se logra convencer e incluso modificar la percepción de los ciudadanos.

La comunicación política es una herramienta que ayuda a modificar o no, lo que los demás interpretan de un candidato o de cualquier gobernante.

Decir, plantear y convencer es un proceso de un gran número de personas que trabajan alrededor del personaje, en este caso de un presidente, por ejemplo para que los detalles sean cuidados y que siempre sean imperantes.

El día de hoy el presidente de nuestro país, Andrés Manuel López Obrador tuvo una reunión virtual con Joe Biden, recién presidente de nuestro país vecino.

En estos tiempos de distanciamientos y pandemia a nivel global, las propias videollamadas entre mandatarios de los distintos países también son coordinadas y planeadas para establecer puntualmente los mensajes directos.

Es decir, el mensaje verbal puede ser bueno, pero si alrededor ocurren distracciones, ser pierde fuerza e intención y no solo es que el receptor se distraiga sino que la construcción de una relación y de la propia imagen puede venirse abajo.

La preeminencia que muestre cada gobierno en este tema, es mayor su acción comunicativa e incluso la propia persuasión ante la ciudadanía y sus homólogos. Así es como se van construyendo las relaciones bilaterales exitosas, en donde los acuerdos trascienden más allá de un inciso palomeado dentro de la hoja de ruta.

La serie de imágenes divulgadas en redes sociales, en particular en Twitter, nos lanzan varios mensajes en donde sin ser negativos y fatalistas, pues sí coloca a nuestro presidente en un puesto no tan deseado.

El discurso político de uno y otro no solo se lee por los temas tratados como la migración, la economía, el cambio climático y el tema principal sobre la pandemia del Covid19, sino por las miradas, las posturas, los movimientos de cada uno y el diálogo que entablaron, aunque sea con una traductora de por medio.

La imagen que más se ha publicado es en donde aparece López Obrador con la cabeza hacia abajo, mirando sus manos o quizá el texto sobre su escritorio.

En alguna otra columna en este mismo espacio, justo con Joe Biden de protagonista durante uno de sus debates frente a Donald Trump mencionaba que en la política no hay tiempo ni debe de haber oportunidad para bajar la cabeza, la mirada y mucho menos ejercer con la espalda una posición de derrota o sumisión.

Hablando en temas generales. Por eso en la política la postura es siempre con una espalda rígida porque demuestra la seguridad y certeza de lo que se plantea; por eso la mirada va hacia al frente porque aún y con una relación amistosa, los ojos seguirán siendo el principal elemento para corresponder o no.

Las manos pueden ser las más indiscretas, porque según se tomen, se oculten o tiemblen nos llevan a reinterpretar principalmente las emociones. Por eso los telepromter y las ahora pantallas más sofisticadas son para que el gobernante no deje de mirar a su público, en este caos a los ciudadanos o bien a sus homólogos.

Porque no solo se atrapa con un buen tono de voz y un primer enunciado preponderante, sino con la mirada puesta y convencida que lo que se dice es real y es un hecho próximo.

También es por ello que los presidentes suelen estar acompañados de los expertos en los distintos temas a tratar, porque ellos son quienes lo asisten para que no baje la mirada hacia hojas que no tienen la respuesta adecuada.

Es decir las reuniones se planean, los temas se plantean con las posibles propuestas, respuestas y quizá argumentos que pudieran desencadenar otro tipo de relación.

López Obrador repite errores en cada reunión que tiene con homólogos, pero sobre todo contra el país norteamericano. Se pone nervioso, duda, habla sobre historia y temas que solo denotan no saber entablar una relación bilateral.

Si bien ese movimiento hecho, fue un segundo, un movimiento infortunado, quedó registrado en la mirada de los presentes y de todos los que observamos a distancia.

La política es una serie de rituales que van posicionando o señalando las posturas propias de los gobernantes. Las relaciones con los de su nivel, y con los ciudadanos les exigen mayor atención en su imagen y comunicación política, porque solo así la opinión pública también le estará de su lado, impulsando el propio escenario que el equipo desea asentar.

Como en la vida, hay tiempos para imprecisiones y hay tiempos para ser asertivos, sea donde sea y con quién sea.

Hoy México no intercambió el mejor discurso en materia de comunicación, eso es un hecho.