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Joseph Biden está librando “una guerra de clases, sin guerra”, dice la revista Slate, en un perspicaz reporte de Ben Mathis-Lilley: https://bit.ly/3fZ8rtX.

Primero, Biden estableció una agresiva estrategia de doma del coronavirus, mediante una rigurosa pedagogía de sana distancia y una fulgurante campaña de vacunación, que le ha permitido inmunizar a la mitad de la población en solo unas semanas. Para fines de mayo, estará cubierta la otra mitad. Luego, el 12 de marzo, Biden anunció el más ambicioso plan de rescate económico que se recuerde, el American Rescue Plan (ARP), un paquete de 1.8 millones de millones de dólares para poner en manos de la gente dinero en efectivo, compensatorio de sus pérdidas durante la pandemia.

Biden dijo entonces que el ARP, financiado con déficit, “cambia el paradigma: por primera vez en mucho tiempo, este plan pone primero a la gente que trabaja”.

Ahora Biden ha propuesto un plan largamente aplazado de inversión en infraestructura que tiene los rasgos, sí, de un cambio estructural.

Se trata de renovar y rediseñar el esqueleto mismo de la nación, pues el proyecto no solo está pensado para reparar lo mucho que debe ser reparado, sino para unir física y digitalmente lo que está desunido, incluyendo zonas deprimidas y pobres, saltadas hasta hoy por la prosperidad americana.

Lo notable del enorme plan de infraestructura de Biden es que está planteado para financiarse con el cobro de impuestos a las grandes corporaciones privadas estadunidenses.

El camino elegido por Biden cambia, en efecto, el paradigma. Deja atrás al menos dos dogmas de política económica intocables hasta hoy:

El primero, es que no hay que gastar creando déficit. El segundo, es que no hay que cobrar impuestos sino recortarlos, pues esto genera inversión y la inversión, empleos, y los empleos gotean la riqueza de la punta de la economía a la base de la sociedad.

La propuesta de Biden, revolucionaria como es, ha sido recibida bien por las grandes corporaciones. J. P. Morgan la encuentra “administrable”, y Jeff Bezzos dice que “apoya un aumento de impuestos a las grandes corporaciones”.

Un mayúsculo cambio de paradigma, una verdadera transformación. ¿Cómo lo hizo? Un apunte sobre esto, mañana.