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La hora de la verdad, por Fernando Vazquez Rigada
Los precandidatos presidenciales del Frente Amplio por México, Santiago Creel (i), Beatriz Paredes (c) y Xóchitl Gálvez (d), posan para una fotografía, al término del segundo Foro Regional en Monterrey. Foto de EFE/Miguel Sierra.

Llegó la hora de la verdad para el Frente Amplio por México. ¿Por qué? Porque puede ganar. Y la política es de esas actividades en las que se muere de victoria. No olvidemos: el Frente es una amalgama de sociedad civil con tres partidos políticos. No hay otra fórmula para ganar.

Los partidos tienen 16.4 millones de votos duros. De ellos, poco más de 8 son del PAN, 7 del PRI y el resto del PRD. Si la participación histórica se mantiene —espero que no, sino que aumente— quien quiera ganar va a tener que meter más de 30 millones de votos. Los partidos, solos, no ganan. La sociedad, sola, tampoco. Lyndon Johnson decía que la política demanda una cualidad única: saber sumar. Súmele.

De ahí que la magia del Frente sea tener una energía acumulada que, por separado, es insuficiente. Unida, alcanza. El Frente no es propiedad, así, de nadie. Se creó por la sociedad. Cierto. Pero sin la apertura de los partidos, no estaríamos aquí. ¿Sabe sumar? Necesitamos a los tres partidos más la sociedad. Bien. Hay ya una terna finalista de cuadros experimentados, pesos pesados, para asumir la candidatura.

En orden alfabético: Santiago Creel, Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes. Llegaron a este punto por un método consensuado por las partes, cuya implementación recayó en un grupo de expertos, provenientes del INE. Sobre esa base, Xóchitl Gálvez lidera la carrera, pero Beatriz Paredes, priísta, se ubicó en un cercano segundo lugar. Muchos se espantaron. Llegaron los nervios. La carrera se va calentando. No hay por qué asombrarse: así son las campañas. Se cerró: pues sí. Las elecciones no son un día de campo ni un concierto de rock. Son procesos de competencia que, parafraseando a Galileo, se mueven. Lo que hoy está cerrado mañana se abre, si la gente participa.

Los foros de exposición de ideas han ido creciendo en sustancia y profundidad. La terna ha demostrado su capacidad intelectual, su competitividad, su amor por México. Lejos de mover a algarabía, percibo en ciertos sectores desespero. Corre una tesis: la abanderada del PRI puede ganar. El PRI se ha puesto en marcha. ¿Y qué esperaban? ¿Que se cruzaran de brazos? ¿Que entregaran la candidatura? El PAN está empujando. Los votos del PRD irán con alguien. Así es esto. Es una competencia. Y es sana. Si somos demócratas de verdad, eso pactamos y eso demandamos: que compitan, debatan, contrasten ideas.

Me da la impresión que había muchos independientes que son, a la vez, priístas de clóset (uy, qué horror). Me explico: el pánico a competir desnuda a los nostálgicos del destape. Si querían un o una tapada o una designación, se hubieran ido a Morena. Aquí no. Abundan ya los golpes bajos. Contracampañas.

Presiones. Mala señal. No ganamos sin unidad, sin lealtad y sin transparencia. Tampoco sin propuesta y menos, aún, sin generosidad. Todas y todos conocemos la historia, la ideología, virtudes y defectos de los tres. ¿Y? ¡Qué bueno que así sea! Prefiero saber que Santiago es abiertamente panista, dialoguista y conservador, que Xóchitl es pro aborto, pro matrimonios igualitarios y ambientalista y que Beatriz es socialdemócrata, pro estado y federalista, al juego de simulación y adulación que es Morena. ¿Le disgusta alguno de esos perfiles? Pues vote por otro. Hay para escoger. De todo el espectro y para todos los gustos. Por eso nos llamamos Frente: porque creemos en la pluralidad y en la diversidad para defender a México.

Y por eso se denomina amplio: para que todos los que no creamos en el populismo de Morena quepamos. Además, no olvidemos: el o la ganadora tendrá que pactar un gobierno de coalición: eso incluye comprometerse con un programa, con ideas y con personas de todas las corrientes. Ahí, y en la unidad, reside nuestra fuerza. La otra gran diferencia es que aquí vamos a elegir libremente, no por dedazo.

Nos mueve una convicción: defendimos al INE porque creemos en la democracia; a la Corte porque nos sujetamos a las normas. Si alguien no es capaz de ganar adentro, no tiene ninguna posibilidad de ganar afuera, en donde Morena tiene una maquinaria devoradora de sufragios libres. Porque esto, verdad de Perogrullo, pero de pronto olvidado, se gana sólo de una forma: con votos. El Frente debe llevar algo más de 3 millones de firmas. Bien para una innovación. Mal para un país con 95 millones de votantes registrados. Y aquí viene la hora de la verdad. Ni las internas y menos las elecciones constitucionales se ganan en chats, ni en redes sociales, ni en cafés.

Se ganan registrándose y participando. Se vale tener miedo. Se valen las animadversiones. Se entienden las suspicacias. Lo que no se entiende es que no se registren para votar. Tenemos un Frente. Tenemos un método. Tenemos un proceso atractivo y mucho mejor que Morena. Cada voto que no sea por el Frente es un voto para Morena.

¿Podremos elevarnos sobre nuestras diferencias y concentrarnos en salvar al país? Espero que sí. Llego la hora de la verdad. Registrarnos; participar, votar. Acatar el resultado. Mantener la unidad y crear la mejor oferta para el país.

Necesitamos a los tres partidos y mucha, muchísima sociedad. Ese es el reto. Recordemos a Ortega y Gasset: no hay democracias sin demócratas. Veremos de qué estamos hechos.

@fvazquezrig