El aire de la Ciudad de México, cada vez más contaminado

Cada vez más contaminado está el aire de la Ciudad de México. La aparición de mayores cantidades de ozono y de partículas finas relacionadas con enfermedades respiratorias y cardiovasculares, así como a muertes prematuras en poblaciones vulnerables han aumentado considerablemente en el último lustro.

Cada vez, también, ha sido más frecuente que el gobierno de la capital ha activado las precontingencias que limitan las actividades al aire libre cada que se registran altas concentraciones de contaminantes.

De acuerdo al Centro Mario Molina, una asociación de políticas ambientales del premio Nobel de Química mexicano, para poder enmendar la situación, la ciudad está obligada a adoptar medidas “drásticas e impopulares”.

Hace cinco años, solo hubo 124 días en el año con aire de buena calidad. Tres años después, en 2014, la alta concentración de ozono obligó a las autoridades a decretar la precontingencia en tres días.

En 2015, solo hubo siete precontingencias, seis ocasionadas por el ozono y uno por las partículas finas. Y ya en lo que va de este 2016, ya se han decretado dos. Ello significa un retroceso de lo que se había logrado entre 1992 y 2010, cuando se redujo un 33 por ciento las concentraciones promedio de ozono.

Así, la contaminación atmosférica ha causado muchos problemas de salud. El mismo centro Mario Molina señala que el 50 por ciento de los niños que vive cerca de las zonas muy contaminadas se ausenta de las aulas al menos una vez cada tres meses por enfermedades respiratorias. Y el 12 por ciento falta a clases dos veces o más al mes.

En tanto, hay diversas respuestas a la causa del aumento reciente de las crisis ambientales. Unos responsabilizan al nuevo reglamento de tránsito de la ciudad, que ha reducido la velocidad de circulación a 50 kilómetros por hora, en una ciudad de cinco millones de coches acostumbrados a transitar, en promedio, entre los ocho y los once kilómetros por hora en los embotellamientos que cuestan a la ciudad el 3.1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) cada año.

“Nuestro parque vehicular no es tan nuevo, en promedio rebasa los 12 años”, explica Francisco Barnés, director ejecutivo del Centro Mario Molina. En México hay pocos vehículos eléctricos o híbridos y muchos que se venden en grandes volúmenes porque son muy accesibles a los sectores medios de la población. “Tienen tecnologías que son viejas y muy contaminantes, muchos están descontinuados en otras partes del mundo”, explica el doctor Barnés. El país vive una paradoja porque aquí se construyen modelos menos contaminantes con tecnología de punta de muchas armadoras que son exportados a Estados Unidos. “Deberíamos tener los mismos estándares”, agrega.

Barnés señaló que uno de los errores recientes de las autoridades fue el ajuste hecho al programa de verificación, que restringió la circulación de los vehículos más contaminantes, pero permitió transitar más días a modelos más antiguos. “Esto se traduce en que hay vehículos circulando que no deberían estar haciéndolo”, dice Barnés.

La Comisión Ambiental de la Megalópolis, encargada de vigilar las políticas de medioambiente en la región, estima que en el último semestre estos ajustes han hecho que haya 600 mil automóviles más al día. “Tenemos que mejorar la verificación vehicular y hacer más exigentes los límites. El problema es que no cumplimos ni siquiera con los límites más laxos cuando deberían ser más estrictos”. El doctor Barnés cree que es necesario un impuesto “fuerte” al vehículo y a sus emisiones para desincentivar su uso. “El problema no puede ser resuelto con medidas poco agresivas”.

El Centro Mario Molina prepara un estudio que documente la corrupción que existe en los centros de verificación. Es común y conocido por muchos que existen “mordidas” al interior de los verificentros donde se permite que viejos modelos circulen más días a la semana.

Además, deben haber una gran expansión del transporte público. Solo el 25 por ciento de la población de la zona metropolitana de la Ciudad de México vive en un radio de un kilómetro de una estación de metro o una parada de autobús.

Conseguir mejor aire es una receta sencilla, pero muy difícil. “Con muchos sacrificios y costos políticos”, finalizó Barnés.

La Ciudad de México es la tercera zona metropolitana más grande de la OCDE, en un valle de más de 2 mil 200 metros de altura que implica mayor dificultad de dispersión de los agentes contaminantes. 16 delegaciones, 59 municipios del Estado de México y uno del Estado de Hidalgo, demandan un mejor aire.

Con información de El País