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Cinco razones que permitieron la fuga de El Chapo, según El País
Foto de Archivo

La fuga del Joaquín “El Chapo” Guzmán, ocurrida el pasado 11 de julio, ha generado las más diversas opiniones, como la del comisionado nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido, quien la calificó como de “fantasía”.

Por su parte, Roberta Jacobson, subsecretaria de Estado para el Hemisferio Occidental, señaló que el Gobierno de Estados Unidos se encuentra “increíblemente frustrado y decepcionado” por la fuga de El Chapo Guzmán. Los medios estadounidenses sostienen que la fuga del narcotraficante fue un importante golpe para la colaboración de seguridad entre ambos países.

A su regreso de la visita de Estado que realizó el presidente Enrique Peña Nieto a Francia, anunció que la recaptura de El Chapo es, nuevamente, una de las prioridades de su administración y lo único que puede revertir ese hecho.

“El Gobierno de la República no ha evadido su responsabilidad, por el contrario, asume plenamente la tarea que implicaba mantener plena vigilancia sobre este delincuente”, dijo.

El día de hoy, el diario español El País publica una nota donde analiza la fuga de uno de los más grandes narcotraficantes del mundo y enumera las razones que permitieron su fuga.

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El Túnel por donde escapó

“Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, anda libre. Su increíble huida, por un túnel de 1.500 metros, no sólo ha demostrado la fortaleza del Cártel de Sinaloa, sino gravísimas carencias en el penal de máxima seguridad de El Altiplano, considerado hasta la fecha una fortaleza inexpugnable. Los fallos son de tal envergadura que el propio Gobierno está convencido de que el narcotraficante contó con apoyos internos. Este es un repaso a los cinco errores (o algo peor) que permitieron la fuga del siglo.

El privilegio de la celda única. Algo tan sencillo como mover de habitáculo a El Chapo hubiese evitado su fuga. La medida no es excepcional. Los presos más peligrosos son reubicados periódicamente e incluso cambiados de presidio. Así ocurrió recientemente con Miguel Treviño Morales, el Z-40, el terrible líder Los Zetas. Pero Guzmán Loera se benefició de una celda única y de un intenso trajín de citas. Desde su encarcelamiento en febrero de 2014, recibió 500 visitas. Hubo familiares, abogados, amantes y, con seguridad, los mismos cómplices de su fuga.

Pista libre para el túnel. Si algo define al Cártel de Sinaloa son los pasadizos. Solo en Chihuahua, Sonora y Baja California han construido más de un centenar para burlar la frontera con Estados Unidos. Esta intensa actividad subterránea, que le ha valido a El Chapo el apelativo de Señor de los Túneles, ha tenido también como objetivo las cárceles. En mayo de 2014, el cártel liberó a tres operarios de El Chapo encarcelados en Culiacán (Sinaloa) con un túnel de características muy parecidas al del Altiplano. Ninguna autoridad, sin embargo, reaccionó. Es más, los militares presentes dentro del presidio fueron expulsados hace seis meses y, según el diario La Jornada, el sistema de alertas subterráneas fue desconectado. El camino a la liberación de El Chapo quedaba despejado.

A cara descubierta y a plena luz. Los cómplices de El Chapo actuaron sin tapujos. Por un millón y medio de pesos (94.000 dólares), pagados en efectivo, compraron en abril pasado el terreno, y sin complejos se pusieron a construir a sólo 1.500 metros de la cárcel que más presos peligrosos alberga en México, y a 1.700 metros del Octavo Regimiento de Infantería de la 22 Zona Militar. Los primeros trabajos los hicieron además al aire libre y empleando a vecinos del lugar. Luego, cuando arrancó el túnel, ya abandonaron los apoyos externos. La edificación, con una planta de unos 200 metros cuadrados, incluyendo la bodega, fue creciendo sin que nadie preguntase nada. En un alarde de impunidad, del túnel sacaron 3.250 toneladas de tierra. Ni policías ni militares ni siquiera los servicios de urbanismo municipales advirtieron (aparentemente) nada. Para rematar el desastre, las obras se desarrollaron sin licencia.

El aviso de la DEA. El Chapo, tras su detención, no se estuvo quieto. A las pocas semanas de su captura en un hotel de Mazatlán (Sinaloa), donde acudió a visitar a su familia, dio orden a sus secuaces de que empezaran a buscar la forma de liberarlo. La Agencia Antidroga de Estados Unidos (DEA) lo supo y, según la agencia AP, dio aviso a su vecino del sur. El Ejecutivo de Enrique Peña Nieto ha negado que fuera informado, pero la DEA no. En cualquier caso, que Guzmán Loera intentara escapar era algo más que una posibilidad remota, como ya demostró su anterior fuga del penal de Puente Grande (Jalisco).

El fracaso del control interno. En 2001, El Chapo se escapó de la prisión de máxima seguridad de Puente Grande oculto en un carro de ropa sucia. Durante ocho años había vivido allí a su antojo. Mujeres, fiestas, lujos. Y cuando emprendió el vuelo, ante la posibilidad de una extradición a Estados Unidos, se descubrió que había corrompido a 62 funcionarios, entre ellos el mismo director del penal. Con estos antecedentes, era obvio que volvería a intentar sobornar en el presidio de El Altiplano. Pese a ello, no se ampliaron los controles internos y, si se hizo, fueron estruendosamente burlados. El mismo Gobierno admite ahora que la fuga no hubiese sido posible sin la “complicidad de personal de la prisión”. De momento, ya hay siete funcionarios encarcelados”.

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