
Su último evento en Bangladesh fue una reunión con jóvenes en un colegio fundado por sacerdotes católicos
El papa Francisco concluyó este sábado su gira de tres días por Bangladesh con un discurso moralizante en Daca, destinado a jóvenes pobres y a la Iglesia católica del país, más que del corte político que había dominado en los días previos relativo a la minoría musulmana rohinyá.
Francisco inició su última jornada en el país, con una población de casi 90 por ciento de musulmanes, en la Casa Madre Teresa de Tejgaon, la más pequeña de las administradas por las Misioneras de la Caridad.
La Madre Teresa, quien inició la mencionada orden para servir a “los más pobres entre los pobres”, abrió el hogar a principios de los años 70 para cuidar a las mujeres bengalíes que quedaron embarazadas tras ser violadas por soldados paquistaníes durante la guerra de independencia.

Ahora, las hermanas atienden en ese lugar a huérfanos, discapacitados y necesitados.
Posteriormente, el papa caminó por la misma finca donde se ubica la iglesia del Santo Rosario, donde se reunió con religiosos que le recibieron con gran entusiasmo.
El sumo pontífice escuchó los testimonios de cinco fieles y, al momento de dirigirse a los sacerdotes y monjas, seminaristas y novicias, sustituyó el discurso que había preparado para improvisar una charla.
Francisco instó a resistir al “terrorismo del chismorreo” que puede desgarrar a las comunidades religiosas.
Como lo ha hecho en encuentros similares, Francisco les dijo a los sacerdotes y monjas que abandonaba el discurso que había escrito, y en su lugar les hablaría desde el corazón. “No sé si será mejor o peor, pero prometo que será menos aburrido”, bromeó el pontífice.
Durante los 15 minutos siguientes, Francisco dio varios consejos sobre cómo atender las vocaciones religiosas, “con ternura”. con suaves advertencias sobre los estragos que las “bombas” de chismes pueden provocar cuando se vive una vida religiosa.

Su último evento en Bangladesh fue una reunión con jóvenes en un colegio fundado por sacerdotes católicos después de que la guerra de independencia a principios de la década de 1970 dejara al nuevo país con una escasez de lugares de educación superior.
La etapa bangladesí fue mucho más jovial en tono, a diferencia del tenso viaje en Myanmar donde evitó hablar en forma directa sobre la crisis de refugiados rohinyá, aunque en Bangladesh tuvo un emotivo encuentro con un grupo de la etnia.
“La presencia de Dios hoy también se llama Rohinyá”, dijo a 16 refugiados que viajaron a Daca desde Cox’s Bazar, el distrito fronterizo con Myanmar donde los campos de refugiados albergan a más de 620 mil personas de la minoría musulmana.
Los exiliados rohingya huyeron de lo que Naciones Unidas llamó una campaña de limpieza étnica del ejército de Myanmar.
Después de su último evento en Bangladesh, el Papa Francisco abordó el avión para el regreso al Vaticano.
Con información de AP y Reuters