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Ahora, hay una joven de 18 años muerta y jamás se sabrá si aún siguiera viva si las autoridades del CCH plantel Oriente, dirigido por Víctor Efraín Peralta Terrazas, no hubiesen cometido un error que, como todos los errores, se convirtió en una cadena de errores.

Aideé recibía clases en su salón, le entró en las costillas una bala y se desvaneció ensangrentada. Personal de la escuela la llevó a la enfermería, donde le limpiaron la sangre y la entregaron a emergencias diciendo que tenía un infarto.

Estamos ante una colosal mentira, una ingente irresponsabilidad del CCH Oriente: después de entregar a Aideé al ERUM, fue desalojado el salón, lo cual atrasó dos días las pesquisas de la Policía de Investigación.

Al ocultar que Aideé estaba herida y decir a los paramédicos que sufría un infarto, el personal bajo las órdenes de Peralta Terrazas intentó ocultar que la alumna fue baleada y proporcionó información falsa que quizá provocó el desenlace fatal.

Hoy se sabe que Aideé fue víctima de algo común en Iztapalapa: una bala perdida que fue disparada a 130 metros, que hizo una parábola por encima de cuatro edificios y entró por la puerta abierta del salón de clases.

El 2 de noviembre de 2012, también en Iztapalapa, otra bala perdida mató a Hendrik Cuacuas, de 10 años. Estaba con su padre y su hermano en Cinépolis Plaza Ermita viendo Ralph El Demoledor, cuando el proyectil le entró por la cabeza.

Entonces, como en el caso de Aideé, se registró una ingente irresponsabilidad: la película continuó, sólo encendieron las luces de la sala para sacar a Hendrik sin buscar al agresor, cerrar la sala o dar aviso a la Procuraduría capitalina.

Dos trabajadores de Cinépolis colocaron al niño en la cajuela de un automóvil, al que le reclinaron los asientos traseros y lo trasladaron al hospital de la Comunidad Económica Europea, donde lo abandonaron sin siquiera dar sus nombres al personal médico.

Iztapalapa es tierra de balas perdidas. El exjefe de Gobierno, Miguel Mancera, estableció allí un plan de intercambio de armas por dinero, así como la firma con los Comités de los Barrios y Pueblos de Iztapalapa de un acuerdo para no disparar al aire durante las fiestas patronales.

Sin embargo, a siete meses de iniciada en Iztapalapa la administración de la morenista Clara Brugada, no ha sido implementado en la demarcación ningún programa o acción para evitar los disparos al aire como medida para controlar la costumbre ni la proliferación de armas.

Sí, las balas perdidas en Iztapalapa son un caso a atender de manera urgente. Pero, hoy, el director del CCH Oriente tiene que renunciar.

Por ocultar que Aideé había recibido un balazo.