
Un catedrático de genética señaló que esto se da como”respuesta de las plantas que viven en suelos muy pobres”
El jarrito enano, planta carnívora que crece en Australia, atrae insectos con el dulce aroma de su néctar y los atrapa con su forma de jarrón que tienen algunas de sus hojas.
Las enzimas digestivas de la planta descomponen al insecto a sus nutrientes esenciales. Gracias a su genoma se descubrió cómo algunas especies de plantas carnívoras han desarrollado su gusto por la carne.
Pese a que al parecer Charles Darwin no conoció la Cephalotus follicularis, el naturalista vinculó la dieta de estas plantas a una estrategia que les permite sobrevivir a entornos hostiles. Aseveró que estos vegetales obtenían más nutrientes de los insectos que a través de sus raíces.
Julio Rozas, catedrático de genética de la Universidad de Barcelona, indicó que de los insectos “obtienen en especial nitrógeno y fósforo, nutrientes esenciales para la planta”.

Agregó que esto se da como”respuesta de las plantas que viven en suelos muy pobres”. El catedrático es parte del grupo de científicos que secuenciaron el genoma del jarrito enano.
De acuerdo con la investigación, la cual fue publicada en Nature Ecology & Evolution, proteínas que intervenían en el sistema defensivo de la planta contra patógenos, ahora producen enzimas digestivas.
“Por ejemplo, la quitinasa básica, que descompone la quitina del exoesqueleto de los insectos”, señaló Rozas.
Asimismo, se estableció que las enzimas digestivas del jarrito enano son similares a las de otras tres especies de plantas en otros continentes: la americana Sarracenia purpurea, la asiática Nepenthes alata y la también australiana, Drosera adelae.
Entre las similitudes que han presentado las cuatro plantas se encuentra que todas han modificado los mismos genes, han tenido los mismos cambios moleculares, crecen en suelos pobres en nutrientes y sufren la misma presión selectiva, por lo que se podría tratar de un ejemplo de evolución en paralelo.
Victor A. Albert, biólogo de la Universidad de Buffalo y coautor del estudio, señaló que “plantas que tienen un conjunto de herramientas genéticas y están tratando de tener la respuesta al problema de cómo convertirse en carnívoras, al final acaban encontrando la misma solución”.
Con información de El País