
La joven colombiana, condenada a 15 años, ya aprendió a hablar mandarín, da clases de baile y se lleva muy bien con las reclusas
Juliana López, la modelo colombiana que fue capturada en China el pasado el 18 de julio de 2015 por tráfico de drogas, y cuyos familiares y amigos no tuvieron noticias de ella durante tres meses, comenzó a enviar cartas contando lo que vive adentro de la prisión del país asiático que la condenó a 15 años reclusión.
Fue el pasado diciembre, cuando empezaron a llegar las primeras cartas de Juliana, las cuales iban dirigidas a su grupos de amigos más cercanos: a cada uno le dedicaba un mensaje. Al principio, relató Natalia Murillo, una de sus mejores amigas, que las cartas no podían hacer referencia al caso judicial ni lo que de este se decía en Colombia, por lo cual solo hablaban de “chismes”, novios y de lo mucho que se extrañaban.

“En febrero o marzo de este año, ella empezó a ver quiénes éramos las personas que le seguíamos escribiendo y ya no mandaba cartas generales sino que nos enviaba individuales, especialmente a mí y dos amigas más”, dijo Natalia y contó el contenido de cartas que revelan la transformación que ha vivido Juliana López, pero pidió no publicarlas.
Hace unos días se conoció la sentencia de 15 años de prisión dictada a la modelo por la justicia china y según lo que le contó la madre de Juliana a su amiga Natalia, fue uno de los momentos más duros, la modelo lloró todo el tiempo y mucho más cuando escuchó el veredicto. “Yo creo que en el fondo ella tenía la esperanza de que la dejaran venir para Colombia y 15 años siempre son mucho, aunque fue un milagro que no la condenaran a cadena perpetua”, contó Natalia.
La madre de la modelo, que reside en China desde que todo el proceso inició, se puso feliz con la noticia, más porque los abogados pueden apelar para que la pena se rebaje a la mitad por buena conducta. Una fundación de familiares presos en China la ha ayudado a conseguir empleo a la señora, así como estadía y a manejar mejor el idioma. “Le ha tocado trabajar limpiando casas, para poder subsistir”, conto Natalia.
Aunque no puede ver a su hija única con mucha frecuencia, pues Juliana solo tiene derecho a una visita de un familiar directo cada mes, está lo más cerca que puede de ella.
Natalia explicó que las compañeras de prisión de Juliana la tratan muy bien, le han cogido cariño y ya puede comunicarse con ellas en mandarín, un idioma que maneja muy bien, al igual que el inglés y está en clases de francés. Además, está estudiando Filosofía Oriental, actividades que combina con las clases de baile que dicta a las demás reclusas.
“Cambié mis tacones por unas chanclas feas, jajajaja, mentiras, gracias a Dios estoy viviendo todo esto, necesitaba aprender tantas cosas, que yo creo que por eso permitió que esto pasara”, escribió Juliana en una de las cartas que le envió a su amiga. Asimismo, cuenta que ha mejorado mucho su estado físico, pues en los tiempos libres puede hacer ejercicio y le cortaron el cabello hasta la nuca.
Siempre camina en medias, aún en los días de más calor, pues le da “asco” el suelo del lugar. También conoció a quien ella llama “un ángel enviado por Dios”, otra colombiana que le dio fuerza en los momentos más duros de su estadía en el reclusorio.
Pero no siempre vivió así. Al principio, eran más frecuentes las lágrimas y la depresión y las cartas eran mucho más duras. “Me siento sola, sin mi familia, sin mi mamá, sin ustedes mi familia. Solo Dios sabe lo que siento en estos momentos y el dolor de no poder expresar a nadie lo que siento”, expresó en una de ellas. “Esto es más duro de lo que pensé, así que oren, oren mucho por mí, por favor”, agregó.
La primera Navidad que pasó lejos de su país fue la más dura, lloró mucho. Aun así, su familia le envió fotos de la celebración, en la que estuvo en los corazones de todos, dijo Natalia. También le celebraron su cumpleaños, en junio, y le enviaron las imágenes. Otro dolor para ella fue que le cancelaron la visita de su madre dos días antes de su cumpleaños, pese a que ya la habían aprobado.
https://www.youtube.com/watch?v=f9cjuYj30cU&feature=youtu.be
Los regaños eran frecuentes al inicio, pues debía trabajar doblando plásticos, una actividad que hacía con lentitud, por lo cual también se incrementaban los horarios laborales hasta 12 horas, para poder cumplir las metas propuestas, afirmó su amiga. Este trabajo le ocasionó fuertes dolores en la espalda y las articulaciones y llegó, incluso, a pasar seis meses sin que le llegara el periodo menstrual.
Natalia está convencida de que esta experiencia la va a hacer madurar cada vez más y volverla una persona más fuerte. Dijo que su lealtad será incondicional para una amiga a la que considera una hermana. Por eso, prefiere ignorar los constantes insultos que circulan en las redes sociales o las recriminaciones que le hacen conocidos y familiares por apoyar a Juliana.
“Ellos no sienten el dolor de las personas cercanas, la gente es muy despiadada con los calificativos que le dan, incluso a mí me dicen ‘prepago’, sin saber que a cualquiera le puede pasar algo similar con una persona alrededor, ella cometió un error y está pagando por él”, sostuvo.
Entre tanto, está segura de que en menos de siete años volverá a ver a su amiga, quien ahora tiene 23 años, y de que ella llegará con muchos aprendizajes y fortaleza, luego de vivir esta experiencia, pues como le escribió Juliana: “Estoy con la fuerza de Jackie Chan para tener paciencia y esperar”.
Con información de El Tiempo