
Abraham Plaza es un joven que tiene el propósito de enseñar al mundo que una persona con discapacidad puede hacer cosas increíbles
La movilidad en las ciudades también debe involucrar a las personas con discapacidad, para quienes es muy difícil moverse dentro de la capital mexicana por escasez de infraestructura.
“Aprendes las técnicas perfectamente, y es difícil, difícil, muy difícil, porque no hay una segunda oportunidad en las calles”, confiesa Abraham Plaza, un joven que debe usar una silla de ruedas.
Las dificultades empiezan desde la salida de su vivienda, debido a que la silla de ruedas tiene que sortear los obstáculos presentados en el pavimento de las banquetas, el cual está lleno de baches y hoyos.

Además, varias estaciones de metro no tienen las correctas entradas para una silla de ruedas, pero todo esto no le impide llegar a su trabajo en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
El trabajo que tiene Abraham Plaza le permite ser 100 por ciento independiente, y eso le da fuerzas para seguir adelante. “No dependo de nadie para que me acompañe en las calles o me mantenga”.
Fuera de la silla de ruedas, el joven tiene una vida normal, pues una de sus pasiones es hacer ejercicio en barras de parques, además de ser aficionado al breakdance.
Y no solo se ejercita como entretenimiento, sino que también ha entrado a torneos de ejercicio, donde los competidores no usan silla de ruedas.
¿Por qué hace todo esto? Su meta es “que toda persona con discapacidad haga cosas que la gente no pueda imaginar”.
La discriminación no lo detiene
“Pobrecito”, la palabra que recibe de la gente cuando se entera que vive sobre una silla de ruedas, la cual se expresa como lástima reflejando así discriminación, por creer que no se puede valer por sí mismo.
Sin embargo, la discriminación no se detiene en una sola palabra, también se extiende al momento de incluirse en la economía formal, debido a que muchos empleadores no lo ven apto para realizar trabajos.

Con información de The Guardian