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La revista Nexos que empieza a circular mañana asume lo que el debate sobre la mariguana convocado por el gobierno no acaba de asumir, eso que en los medios de mayor penetración y sensibilidad sobre el problema es ya el punto de partida de la discusión.

A estas alturas del debate, pese a la ceguera y la sordera de la ONU y los gobiernos, el problema de las drogas prohibidas no consiste en saber si se legalizarán, sino cómo.

El fracaso de la política prohibicionista es tan claro y tan caro, los propósitos declarados por la ONU (Un mundo libre de drogas) se han incumplido a tal punto y suenan hoy tan fantasiosos, que la opinión pública mundial endereza sus esfuerzos a pensar cómo podrían legalizarse las drogas con el menor costo posible, más que a cómo podría mejorarse su persecución.

El debate mexicano al respecto es a la vez muy refinado y muy sordo.

Las voces de la legalización, en el sentido de despenalizar plenamente la producción y el consumo con regulaciones distintas para cada sustancia, se han dejado escuchar y ganado sus argumentos en espacios públicos fundamentales, como la Suprema Corte, con su juicio a favor de la producción y el consumo de la mariguana como un derecho humano.

El gobierno y el Congreso han convocado a consultas paralelas sobre la mariguana haciendo caso omiso del lugar donde pone la discusión el fallo de la Corte.

El secretario de Gobernación ha sugerido que hay que revisar a fondo la prohibición y sus efectos indeseados: una guerra contra las drogas mal diagnosticada y mal llevada a cabo.

Pero la discusión se sigue dando en sordina, con funcionarios de menor calibre inventando cifras de adicciones, y una sociedad y unos medios recelosos del tema, que cofunden aberrantemente los daños a la salud por el consumo de drogas con los daños catastróficos que produce su persecución.

El número de Nexos, que glosaré en estas páginas, ha sido coordinado editorialmente por Lisa Sánchez, directora de México Unido Contra la Delincuencia, y plantea algunas de las novedades fundamentales de la discusión no sobre cómo persistir en el camino sangriento de perseguir las drogas, sino cómo empezar a andar en el camino abierto de legalizarlas.

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