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Es un lugar común decir que la reforma de fondo que le hace falta a México es la del estado de derecho. Vale decir: que se cumpla la ley.

Es verdad, desde luego; una verdad del tamaño de las sociedades que funcionan bien porque sus reglas son previsibles, sus ciudadanos y sus negocios están regidos y amparados por leyes conocidas, universales, que se aplican “igual a todos”.

Pero la expresión “estado de derecho” con ser tan autoevidente, solo responde tautologías cuando alguien pregunta cómo se llega a él, y por qué nosotros no podemos alcanzarlo.

“Lo fundamental del estado de derecho”, oímos otra vez, “es que la ley se cumpla y se haga cumplir”.

De acuerdo, desde luego. Pero, ¿qué hacemos con la ilegalidad masiva, la ilegalidad de grandes grupos de ciudadanos? No pagar impuestos tiene pena de cárcel. Pero, ¿quién puede aplicar esa ley a los millones de mexicanos que no pagan impuestos?

La respuesta cabal es: nadie. Igual que nadie puede aplicar las leyes migratorias a los 11 millones de mexicanos que viven ilegalmente en Estados Unidos. ¿Por qué?

Por la misma razón por la que nadie puede meter a la cárcel a todos los mexicanos que no pagan impuestos. Porque son muchos.

Cuando millones de ciudadanos no cumplen la ley, no hay ley que valga. ¿Qué hacer entonces con la respuesta favorita del alegato por el estado de derecho, de que hay que cumplir la ley?

Pues lo mismo que hacemos todos los días: juzgar que es una receta simple pero inaplicable, y buscar otra.

Esa es la otra que no hemos encontrado, y por eso la propuesta genérica de que lo que nos falta es un efectivo estado de derecho, acaba sonando hueca y nadie se aplica verdaderamente a ella.

Menos que nadie, los legisladores que asignan presupuestos de risa a la procuración de justicia, los ministerios públicos y los juzgados de distrito. Una multiplicación bien financiada de ministerios públicos y jueces haría por el estado de derecho más que ninguna teoría.

Admitamos que el del estado de derecho es un camino largo, entre comillas, y sobre todo impopular, porque millones de mexicanos están en el supuesto diario de haber violado o estar violando la ley.

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