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He abordado esta semana algunos daños centrales que la nueva ley electoral inflige al INE y a los bienes públicos de que gozan los ciudadanos con el sistema electoral vigente.

La nueva ley electoral pone en riesgo la credencial de elector, el llenado de las actas de votación en las casillas el día de la elección, el envío de los paquetes de votos a las sedes de cómputo del INE y la actualización permanente del padrón electoral.

¿Quién querría destruir todas estas cosas? Si algo han demostrado una y otra vez es que funcionan bien y cuestan nada comparadas con otros gastos oficiales y con el bien público que proveen.

Ya ha explicado el ex secretario de Hacienda de este gobierno, Carlos Urzúa, que el ahorro que la nueva ley traería consigo no es ni un cuarto de punto del presupuesto federal.

El bien público que el INE procura es el de elecciones sin conflicto electoral, el conflicto que ha desatado las mayores violencias políticas de nuestra historia.

¿Cuánto valen la estabilidad política democrática y la transmisión pacífica del poder que ha tutelado el INE? No tienen precio.

Vuelvo a la pregunta: ¿quién querría quitar del INE las funciones y a los funcionarios que garantizan los bienes públicos claves de esa estabilidad y esa transparencia: la credencial de elector, el conteo efectivo de los votos, el padrón electoral riguroso?

Sólo un ciego.

Pero no hay ciegos tan ciegos en  el país.

Quien propone estos cambios ve las cosas con cristalina claridad, sabe que suprimiendo los pilares del INE, las elecciones quedarán a merced del gobierno, como estaban antes del INE, cuando la Comisión Federal Electoral estaba en manos del gobierno.

Estamos frente al proyecto meditado de una regresión democrática. Los tiros de precisión contra la estructura del INE así lo indican.

“Destazar” el INE, como dijo el secretario de Gobernación, es uno de los propósitos de la utopía regresiva de este gobierno, un puerto de llegada de la concentración del poder y de la imposición de un proyecto de país que no podría ganarse en elecciones libres.
https://www.milenio.com/opinion/hector-aguilar-camin/dia-con-dia/la-regresion-electoral