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Remontémonos seis meses atrás, a la crisis del otoño de 2014 que no tenía prisa por acabar. Cuando se encumbraban hashtags como aquel #PeñaNietoRenuncia.

En tres meses habían confluido la desgracia asociada al crimen y la impunidad, la percepción de que los gobernantes eran muy corruptos y además no podían imponer el orden; una indignación inauditamente extendida y la información de que la buena temporada económica no llegaría pronto. La popularidad del presidente Peña Nieto rondaba el 35%. Su gobierno parecía quedar a la deriva.

Sí creo que en este momento hay quienes tienen por objeto quebrar el ánimo del Presidente, pero no lo conseguirán, nos dijo el propio Peña Nieto a un grupo de periodistas cerca de las fiestas navideñas. Sin duda es el momento más difícil por el que hemos pasado, continuó. Eso no invalida lo que se ha hecho ni detendrá lo que todavía se puede hacer. Lo que ha pasado en estas semanas nos ha servido también para revalorar las cosas. Y tenemos que pensar que las cosas van a mejorar.

Regresemos al día de hoy. Terminó el primer semestre del año que no pocos avisaban irremontable y el gobierno del presidente Peña Nieto no sólo no se derrumbó, sino que parece estar recuperado y camino de su mejor forma. ¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Qué de lo que tendría que haber ocurrido, no ocurrió?

El Presidente confió en su equipo, supo aguantar vara. Salvo en la PGR, no cambió a la primera línea. Rehízo la Secretaría de la Función Pública para tratar de establecer un nuevo estándar ético. Pese a episodios graves, el enojo y la protesta social no se desmadraron ni devinieron estallido, insurrección.

Quedaban las elecciones, el profetizado voto de castigo. Pero se votó y el Presidente no perdió. Podrán hacerse cientos de disertaciones sobre el significado del 29% del PRI, pero es extraordinariamente forzado concluir que equivale a una derrota de Enrique Peña Nieto.

Quizá lo más notable es que la resistencia de Los Pinos se dio sin una economía que presumir ni un sentimiento de alivio en los asuntos de inseguridad y violencia. Sin embargo, hoy el Presidente se placea con los reyes de España, luce a su esposa, está de vuelta en los foros internacionales, habla sin sentimiento de culpa, promete tiempos menos nublados y, paso a pasito, escala en los índices de popularidad.

¿Qué cambió de fondo en estos seis meses? Pregunto desde mi asombro de cronista de las calamidades del otoño y de esta silenciosa, pausada recuperación primavera-verano. Dejo la respuesta a los analistas.

Una clave podría estar en lo que me dijo el diputado Manlio Fabio Beltrones cuando la cresta de las olas de Ayotzinapa y la casa de Angélica Rivera, cuando sacar el pecho por Enrique Peña Nieto era de alto riesgo: “México no necesita héroes, sino políticas públicas e instituciones que nos acerquen a la solución de los problemas”.

MENOS DE 140. Hoy se juega buena parte de la suerte de Elba Esther Gordillo, de su posible prisión domiciliaria.

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