Elecciones 2024
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Era imposible no estar pendientes en sus discursos sobre el Estado de la Unión para saber si no usaría esa tribuna del Congreso de su país para anunciar alguna decisión que afectara a nuestro país.

Ahora que Joe Biden es el presidente de Estados Unidos difícilmente hace referencias improvisadas sobre la relación de su gobierno con México. Incluso, en su mensaje de este martes, evitó nombrar a nuestro país en algunos de los temas más espinosos como el narcotráfico o la migración.

No tener el pendiente de ser la piñata del Presidente de Estados Unidos nos permitió ver y escuchar ese mensaje con cierta envidia por la posibilidad que tiene esa democracia de dialogar.

Vimos una total falta de unanimidad. Aplausos de un lado, silencio del otro y hasta abucheos republicanos por lo que escuchaban del Presidente demócrata. Todo en un ambiente de civilidad y de respeto que, quizá, solo se vio interrumpido por los gritos de “mentiroso” que le propinó la congresista republicana, Marjorie Taylor Green.

Pero son esas expresiones libres, abiertas, sin temerle al Presidente, sin quejas de que alguien no se pusiera de pie para recibirlo como si fuera un emperador, son esas las actitudes de una democracia.

Con todo y esa intensidad entre demócratas y republicanos es satisfactorio ver que ese país rápidamente recuperó la civilidad política después de la amenaza para la democracia con la presidencia de Donald Trump.

Cierto que México no estuvo presente en la lista de problemas que enumeró Joe Biden, pero tampoco se hizo presente en la mención de las soluciones.

Biden hizo, de hecho, un anuncio que apuntala esa vena nacionalista que ha dejado ver en su presidencia. Todos los materiales de construcción que se requieran para su plan de infraestructura deberán estar hechos en Estados Unidos.

Cuando Biden dice y repite Made in America no quiere decir que plantea una manufactura continental, sino productos hechos en su país. Evidentemente que hay una carga populista en sus palabras, pero alimenta un discurso que late entre millones de personas que a la postre son potenciales electores.

La única duda razonable que hay de su eventual intento de reelección son esos 80 años que carga encima.

El martes se le vio entero, lúcido y hasta con su lema de campaña ya preparado: Let’s finish the job.

Terminemos el trabajo, repitió hasta el cansancio como clara referencia a seguir por ese camino cuya principal carta de presentación es la recuperación total del empleo en una economía que hace menos de tres años estaba en la peor recesión en casi 100 años.

Biden enfrenta una inflación alta en su país, una política monetaria restrictiva que puede incidir en una recesión este año. Hay tensiones muy importantes con Rusia y con China, enfrenta un pleito casado con los republicanos por el sistema de salud de su país.

Pero si algo puede ayudar a los demócratas, a los republicanos y a toda la población de ese país es que lo hacen dentro de los cauces de la democracia sin las amenazas tiránicas que sí enfrentaron hasta hace poco.