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Una visión conjunta sobre el cáncer y el ejercicio
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El cáncer puede ser mortal. Sin embargo, investigaciones están demostrando cómo la actividad física ayuda al cuerpo, a curar la mente y prevenir esta enfermedad. El 80 por ciento de las enfermedades son estructurales. Recientemente el Diario de la Asociación Médica Americana (Moore et al. 2016) mencionó que la actividad física disminuye el riesgo de 13 tipos de cáncer.

Existen más noticias positivas acerca del ejercicio y el cáncer. Un informe del Memorial Sloan Kettering Cancer Center dice que “Múltiples estudios han demostrado que la práctica regular de actividad física está vinculada para incrementar la expectativa de vida después de un diagnostico de cáncer, en muchos casos al decrecer el riesgo de cáncer recurrente”. La Sociedad Americana del Cáncer, la Fundación Mundial de Investigaciones del Cáncer, el Instituto Americano De Investigaciones del Cáncer, el Colegio Americano de la Medicina del Deporte, y el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos de América, son algunas de las organizaciones que abogan porque los pacientes y sobrevivientes con cáncer practiquen actividad física. Así que no es cuestión de que si el ejercicio ayuda, más bien es qué tanto ayuda, fundamentado en dosificación, calidad, condición y tipo de cáncer.

Existen tres maneras de mirar a la batalla contra el cáncer. Para aquellos que no lo tienen, disminuir el riesgo de contraerlo es el primer objetivo. Para aquellos que lo han tenido, que se han recuperado exitosamente y por supuesto reducido las recaídas, es mayormente importante. Para aquellos que lo tienen, la prioridad es conseguir reducirlo y minimizar el efecto perjudicial que la enfermedad y el tratamiento tienen en tu cuerpo. La práctica de ejercicio ha demostrado que ayuda en los tres.

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El cáncer es una simple colección de células anormales que están buceando en el cuerpo sin detenerse; en otras palabras, su crecimiento esta fuera de control. Más seguido (no siempre) el resultado es un tumor. Algunos tumores son benignos y se quedaran encapsulados, pero los tumores cancerosos son malignos y se pueden diversificar (metástasis) a otras partes del cuerpo.

El sistema inmune hospeda las fuerzas que mantienen al cáncer en la orilla. De hecho, tenemos un potente agente inflamatorio llamado TUMOR FACTOR NECROSIS, que puede ser amigo o enemigo, dependiendo de la situación (Wang & Lin 2008).

Cuando nuestro sistema inmune es fuerte, combatimos al cáncer exitosamente. Cuando el sistema inmune no es fuerte, o si el cáncer es potente, probablemente perdamos la batalla y desarrollaremos síntomas perceptibles del crecimiento cancerígeno.

Tomando un “Acercamiento Activo” el combatir al cáncer es la mejor opción sin lugar a dudas. En 2005 un estudio de la Universidad de Harvard, pacientes con cáncer de mama que realizaron ejercicio a intensidad moderada entre 3 a 5 horas a la semana, un alto volumen, redujeron las posibilidades de morir de cáncer por casi la mitad, comparado con pacientes sedentarios. Aún un poco de ejercicio ayuda a los pacientes a mejorar sus posibilidades, independientemente de la etapa que estén viviendo en su diagnostico.

Estudios también han demostrado que aquellas mujeres que empiezan a practicar ejercicio en una edad temprana de su vida tienen una baja oportunidad de tener cáncer de mama al ser mayores.

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Las mujeres de China que se han ejercitado en promedio 70 minutos por semana durante su adolescencia redujeron los riesgos de morir de cáncer en un 16 por ciento, y aquellas que se mantuvieron en el ejercicio como adultos tuvieron un 20 por ciento menos de riesgo de muerte prematura de cualquier causa, comparado con otras mujeres (Nechuta et al. 2015)

La objetivo de prescribir la cantidad justa de ejercicio, particularmente durante o justo después de relacionarse con una batalla de cáncer, es un delicado balance de poner suficiente cantidad de ejercicio para hacer una diferencia y no conseguir demasiado o sobrepasarse, porque entonces puede reprimir las funciones del sistema inmune. Prescribir lo necesario. La razón de esta relación Yin-Yang esta vinculada al sistema endocrino y la percepción del cuerpo hacia el ejercicio es “stress”.

La epinefrina liberada durante el ejercicio, ayuda a circular de manera natural a las células asesinas en los tumores.

La células NK (Asesinas Naturales por sus siglas en inglés)  se mueven dentro de la sangre e infiltran células al tumor. causándoles encogimiento. Investigadores confirmaron esta teoría usando diversos y diferentes métodos, incluyendo el uso de ratones sin células NK bloqueando que la epinefrina fluyera e inyectándoles epinefrina.

Todos los estudios llegan a la misma conclusión: La epinefrina causa la infiltración de las células NK (Neiman et al. 1995). Estudios más recientes encontraron que era el Interleukin-6 conocido como Marcador Inflamatorio, sirve como señal a las células del sistema inmune. Solo el IL-6 sensibiliza a las células NK y demostraron esta respuesta; el IL-6 que es una glucoproteína secretada por los macrófagos, células T, células endoteliales y fibroblastos, ayuda a guiar a las células NK hacia los tumores.

Otros efectos hormonales del ejercicio incluye la reducción de insulina, e incrementa el factor de crecimiento al gusto por la insulina (IGF-1) y reduce los niveles de Leptina (es una hormona producida en su mayoría por los adipocitos, aunque también se expresa en el hipotálamo, el ovario y la placenta). Cuando los niveles de Leptina son altos, varios tipos de cáncer sobreviven mejor, crecen más rápido y se distribuyen más. Adicionalmente la leptina causa el lanzamiento de agentes inflamatorios que pueden complicar el riesgo de cáncer.

Las hormonas sexuales, el cortisol y las prostaglandinas actualmente están siendo investigadas por sus roles en progresión de cáncer y prevención.

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La práctica de ejercicio a demostrado que reduce los efectos negativos de la terapia convencional del cáncer. Un análisis de 16 estudios encontró que los pacientes de cáncer que se ejercitaban tenían consistentemente mejor calidad de vida, comparado con pacientes que no se ejercitaban (McTiernan 2006) Los beneficios fueron tanto físicos como mentales e incluían menos fatiga, mas energía, menos estancias en el hospital y visitas al doctor, y mayor auto estima.

Siempre lo he dicho, la práctica de ejercicio va más allá de solo bajar de peso, para tener un mejor físico. El día que la gente llegue a practicar ejercicio por salud, estaremos del lado saludable y de bienestar. No lo olviden, y espero que este artículo les cree conciencia.

Nos leemos la próxima semana.

Por Tomás Weimar, entrenador personal (@tomasweimar)